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Deuda con las mujeres

Mauricio Ulloa| Referencial

Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer, que recuerda la búsqueda -propiciada como tal por un grupo de mujeres de la izquierda europea y luego acogida por otros países- de una mayor igualdad de derechos civiles, políticos y laborales y que con el tiempo ha ido evolucionado, siendo en la actualidad una conmemoración que reconoce la batalla que han dado por sus derechos y libertades en distintos ámbitos.

El Gobierno esta semana ha desarrollado un amplio despliegue de autoridades nacionales y regionales y actos y homenajes que en definitiva permiten reconocer los avances de las mujeres en una sociedad que la ha discriminado arbitrariamente como fue la privación del derecho a la educación en otros tiempos o a la participación política a través del voto, pasando por múltiples conquistas que la tienen en la actualidad en un pie de mayor equidad e igualdad.

En efecto, concebir hoy la figura de la mujer como el mero símbolo de una minoría discriminada sería una desproporción, además de un modo de agraviarla y empequeñecerla.

Sin embargo, aún existen brechas entre sexos que son parte de la labor que desde hace décadas se están buscando disminuir a través de diferentes políticas públicas.

Un ejemplo son los programas que buscan entregar herramientas para que más mujeres se incorporen al mundo laboral, ya que el promedio país no supera el 46%. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), si Chile alcanzara las tasas de participación laboral de América Latina, cuyo promedio es de un 53%, la pobreza se reduciría en un 30% y el ingreso per cápita aumentaría un 10%.

Lamentablemente, el escenario económico no es muy favorable, pues el país y la región atraviesan un prolongado periodo de crecimiento negativo, y bajas tasas de inversión, lo que se traduce en preocupantes niveles de desempleo que están mostrando una tendencia al alza.

Pero para llegar a una mayor participación de las mujeres, se necesita avanzar también en otros aspectos, tanto culturales como políticos, donde aún es escasa la participación protagónica. El hecho de que Emilia Werner, elegida en Ránquil en 1927 sea considerada la primera alcaldesa en la historia de Chile, lo mismo que Inés Enríquez Frödden (1951) en el Parlamento, hoy son excepciones, casi anécdotas, frente a lo ocurrido en los últimos 50 años.

Recién en la última década, Ñuble ha tenido mujeres representantes en el parlamento y su participación en los gobiernos comunales ha sido más que escasa. De hecho, actualmente no hay ninguna alcaldesa en las 21 comunas de Ñuble.

Finalmente, al identificar un tercer ámbito de desigualdad en Ñuble, se encuentra la violencia doméstica. Un fenómeno que no es nuevo y que precisamente por ello resulta aún más preocupante, dada su persistencia histórica y transversalidad social.

Más de 3 mil denuncias en Ñuble, en un año, es una cifra que alarma e invita a reflexionar sobre qué es lo que como sociedad estamos transmitiendo a las nuevas generaciones, cuál es la imagen del hombre y de la mujer que nuestra realidad está construyendo y volver el foco a los modelos que deberíamos perseguir, a fin de que ojalá el año próximo, cuando vuelva a conmemorar se este día internacional, las estadísticas en diferentes ámbitos por fin cambien de dirección.

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