Close
Radio Radio Radio Radio

¿Costos del desarrollo?

Mauricio Ulloa

¿Qué tienen en común el embalse La Punilla, el relleno sanitario de Chillán Viejo, la planta de tratamiento de aguas servidas de Chillán, proyectos energéticos de generación y transmisión, la nueva cárcel regional y decenas de planteles avícolas y porcinos que existen en Ñuble?

El denominador que comparten iniciativas tan disímiles como éstas -algunas ya materializadas, otras en fase de proyecto de inversión- es la resistencia total o parcial que provocan en las comunidades donde están emplazadas.

Frente a la necesidad de depositar la basura que producimos, o acumular agua para las cada vez más prolongadas etapas de sequía que sufre la agricultura, o ante el imperativo de aumentar la producción de energía para atraer inversión o construir un nuevo penal que mejore las condiciones de las personas privadas de libertad, se generan externalidades negativas, como la afectación del medioambiente, mayor producción de basura no orgánica y por ende difícil de reciclar o reutilizar y transformaciones en las dinámicas económicas y sociales de algunas comunidades.

Pero ¿cuántos están dispuestos a renunciar a comer frutas y verduras frescas, o a usar electricidad para sus viviendas y emprendimientos, o a resignarse ante la baja inversión y alto desempleo, para que no se construya un embalse o una central de generación?

El desarrollo produce empleo, mayores ingresos económicos y el acceso a una serie de nuevos bienes o de mejor calidad, lo que es muy positivo pues se mejora la productividad y la calidad de vida de las personas, como ocurre en los países desarrollados. ¿Pero qué ha sucedido precisamente con esos países? Muchos de ellos no están dispuestos a tener en sus propios territorios centrales de energía porque contaminan, pero no tienen inconveniente en comprarla a otros lugares, o tienen reglas de contaminación muy estrictas, pero están dispuestos a llevar su basura y desechos a países más pobres.

Lo mismo ocurre en nuestro país, en comunas más pequeñas donde están los rellenos sanitarios operados por privados, y reciben la basura de las comunas más grandes y con mayor poder político y económico. De hecho, hoy Chillán Viejo se ve enfrentando a este problema con el relleno sanitario que allí opera y que recibe los residuos domiciliarios de diferentes comunas de Ñuble y también del Biobío. La última es Talcahuano, pero podrían sumarse otras, dada la crisis que en esta materia sufre la provincia de Concepción.

Una manera de trabajar este tema es en primer lugar educando a las personas, informando adecuadamente, tanto las autoridades como los privados, que ante un proyecto deben trabajar en conjunto con la comunidad afectada. Otro elemento que puede contribuir a disminuir futuros problemas es contar con una adecuada planificación territorial, de manera de tener claramente identificados los lugares de construcción de obras que producen impacto ambiental o de otro tipo y aquellos aptos para residencia y espacios verdes.

El temor, la ignorancia y la pobreza son los peores enemigos de un adecuado desarrollo sustentable, como también el caldo de cultivo para una negación permanente que puede ser muy perjudicial.

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *

Leave a comment
scroll to top