La situación en la Franja de Gaza se ha vuelto crítica, con un trágico balance de más de 1.055 personas muertas y 5.184 heridas, según el Ministerio de Salud palestino en Gaza. Estos números han aumentado desde que Israel lanzó ataques aéreos en respuesta a los atentados de Hamás el pasado sábado.
Desde el comienzo de los enfrentamientos, al menos 1.200 personas han perdido la vida en Israel, según las Fuerzas de Defensa de Israel, lo que refleja una escalada de violencia devastadora en la región.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ordenó el “asedio total” de Gaza, anunciando la interrupción del suministro de electricidad, alimentos, agua y combustible al enclave. El gobierno de Gaza, bajo el control de Hamás, ha advertido que el suministro eléctrico se interrumpirá por completo en cuestión de horas, lo que tendrá un impacto devastador en la capacidad de prestar servicios básicos a la población.
La agencia de la ONU, el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas, se ha visto obligada a cerrar sus 14 centros de distribución de alimentos en Gaza debido a la escalada del conflicto. Esto ha dejado a medio millón de personas sin recibir la ayuda alimentaria vital a la que dependían para sobrevivir en medio de las condiciones precarias en las que viven.
Gaza es uno de los lugares más densamente poblados de la Tierra, con aproximadamente 2 millones de personas que ocupan un área de tan solo 225 kilómetros cuadrados. Más de la mitad de su población vive en la pobreza y sufre inseguridad alimentaria, mientras que casi el 80% depende de la ayuda humanitaria para subsistir.
La comunidad internacional ha instado a un alto el fuego y un retorno a la negociación diplomática para poner fin a la escalada de violencia en Gaza. La situación actual representa un grave deterioro de la vida de los habitantes de la región y la necesidad urgente de una solución pacífica.
