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Sociedad civil

Mauricio Ulloa

Diez años de existencia cumplirá en Chillán el Consejo Comunal de la Sociedad Civil (COSOC), organismo creado al amparo de la Ley 20.500, que supuestamente debía estimular la participación ciudadana en la gestión de los gobiernos locales.

Sus integrantes han sido organismos sociales, juntas de vecinos, organismos de participación ciudadana y acción ecológica, entre otros. En términos generales, ha habido una representación de diversos intereses, lo que no impidió la contaminación con objetivos y estrategias electorales de corto plazo, y el clientelismo que afloró en los últimos años. Quizás esa sea la razón de que universidades y colegios profesionales se mantuvieran al margen, pese a su interés por aportar al desarrollo de la ciudad.

El COSOC tiene entre sus funciones captar la opinión ciudadana en sus diversos ámbitos y transmitirla a los organismos del Estado que trabajan sobre un tema determinado, de modo que no sólo podría ser consultado por el municipio, sino por otras agencias públicas. Sin embargo, para que eso ocurra el sector público tienen que cambiar el switch y dejar de entender la planificación como una cuestión técnica, donde quienes son sujetos de ella no tienen mucho que aportar. Esa idea de planificación quedó en el pasado, y hoy día es útil y además positivo, que exista un mayor involucramiento del ciudadano común y corriente en el crecimiento y desarrollo de su ciudad.

Es el rol que debía cumplir el Consejo, siempre y cuando hubiese existido la voluntad de escucharlo y dialogar con él en un lenguaje común y no técnico, y no lo que hemos visto, donde se da cumplimiento al tecnicismo legal de invitarlo, pero no se recogen sus ideas y sentimientos, y menos sus deliberaciones.

De hecho, esto se vio agravado por la intencionalidad política de varios exintegrantes del gobierno local, preocupados por acallar la voz del COSOC, pues temían que se convirtiera en una plataforma política y quienes lo integraban en competidores. Y tanto no se equivocaron, pues la independencia política de los consejeros civiles ha sido una virtud bastante ausente, y por lo mismo las miradas críticas en la anterior administración escasearon.

El gran desafío de que hoy tienen las democracias locales es precisamente buscar las formas más eficaces de complemento entre la responsabilidad de la decisión que tiene el representante con las nuevas formas de participación en la decisión que demandan los ciudadanos, lo cual implica compartir espacios de decisión en temáticas municipales.

En todo el mundo hay un proceso de transformación de la sociedad civil en actor central para el hallazgo de soluciones a muchos de los grandes problemas que nos acosan, y por lo mismo, es deseable que en el nivel local también exista un compromiso con fortalecer las capacidades de la ciudadanía, y prepararla para incorporarse en la discusión de los temas relevantes para su desarrollo y bienestar.

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