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Puente en la desembocadura del Itata

Fue en el gobierno anterior cuando se logró finalmente aprobar los recursos para contratar el estudio de ingeniería para el mejoramiento de la ruta costera entre Cobquecura y Dichato, luego de muchos años de espera, que se remontan al sueño del expresidente Ricardo Lagos de unir a Chile por la costa mediante una carretera de alto estándar y que también remiten a la década pasada, cuando unos pocos parlamentarios y alcaldes de la zona presionaron constantemente al nivel central para que la idea avanzara, dejando por momentos el cortoplacismo político a un lado para pensar en un proyecto estratégico que probablemente no podrán inaugurar.

A medida que el Ministerio de Obras Públicas continuaba con la pavimentación de la ruta costera desde Pelluhue, en el Maule, hasta Cobquecura, en Ñuble, la expectativa de mejorar la conectividad desde Cobquecura al Sur iba creciendo, por lo que la creación de la región de Ñuble permitió darle el impulso final que necesitaba el proyecto para entrar en tierra derecha.

Recientemente concluyó el estudio de ingeniería -que comenzó a inicios de 2020- del puente que se construirá en el sector de la desembocadura del Itata, río que separa las comunas de Trehuaco, por el Norte, y Coelemu, por el Sur, y que ha constituido la principal limitante para la conectividad directa entre Cobquecura y Concepción.

Las autoridades de la época decidieron separar el estudio de ingeniería del viaducto respecto del proyecto integral, con el objetivo de acelerar la aprobación de los recursos y su ejecución, dado que el futuro puente -de 1.080 metros de longitud- es la pieza más importante de esta iniciativa. En tanto, actualmente se está desarrollando el estudio de la ruta costera entre Cobquecura y Dichato -de 62,2 kilómetros- y se prevé que esté finalizado en noviembre de este año.

Existe amplio consenso a nivel local sobre la importancia estratégica de la ruta costera, tanto para Ñuble como para Chile. Esta iniciativa mejorará la calidad de vida de los habitantes en materia de conectividad y acceso a servicios, así como también potenciará el turismo, el sector inmobiliario y el desarrollo de otras actividades económicas.

Sin embargo, el proyecto deberá sortear un nuevo obstáculo. El año pasado, la zona donde se emplazará el puente fue declarada área protegida -Santuario de la Naturaleza-, dado que ahí se ubica el humedal desembocadura del río Itata, por lo que la Ley 19.300 de Bases del Medio Ambiente exige que se elabore un estudio de impacto ambiental (EIA).

Por esta razón es que el Ministerio de Obras Públicas programó en la cartera de proyectos de 2024 contratar el desarrollo del EIA, una tarea que podría ser compleja tanto por las características del territorio y su biodiversidad, como por la preocupación que pueda generar entre los vecinos los eventuales impactos ambientales que provocaría la construcción y operación del viaducto.

Esto, por supuesto, significará una nueva postergación del proyecto, que, en un escenario optimista podría obtener su aprobación ambiental en 2025, de manera que en 2026 se pueda licitar su construcción, obras que se extenderían por tres años en caso de no presentarse contratiempos.

Y si bien la evaluación ambiental del futuro puente aleja algunos años la concreción de la anhelada obra, es de toda justicia que ésta no solo respete la biodiversidad de esta zona de gran valor natural, sino que, además, promueva su protección.

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