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Nuestro comercio

Mauricio Ulloa

En las últimas dos décadas, el comercio de Chillán ha sufrido grandes transformaciones, y si bien un gran número de empresarios sufrió a principios del siglo las consecuencias de la irrupción de las multitiendas y el acceso al crédito, un grupo importante supo identificar los cambios que se avecinaban y apostaron por la diferenciación y la especialización, en muchos casos apuntando a nichos específicos de mercado, con valores agregados como la atención personalizada.

Asimismo, el crecimiento natural de la ciudad, como centro de servicios para las 21 comunas de Ñuble, y su nuevo rol como capital de la nueva región, con una población flotante cada vez mayor, impulsó durante los últimos 20 años un fuerte dinamismo en casi todos los rubros. Eso, hasta marzo de 2020.

La pandemia del covid-19 no solo obligó a prolongados cierres, sino también aceleró el carro de una transformación tecnológica a la que no todos se han podido subir. Nuevas formas de transporte, logística y almacenaje han favorecido el crecimiento de las ventas por Internet, y han obligado al segundo sector más importante en materia de empleos a asumir un complejo desafío en materia de adaptación. De hecho, la palabra reinventarse se volvió un lugar común, aunque la realidad es que muchas pymes comerciales han quedado en el camino.

Según el estudio “Comunas con cuarentena, potencial impacto en la actividad económica”, realizado por la empresa Unholster, el comercio de Chillán fue uno de los más golpeados del país en 2020, por concentrar rubros que estuvieron mucho más expuestos a la paralización de actividades presenciales. Igualmente, la investigación liderada por el sociólogo Cristóbal Huneeus, director de DataScience, sugiere que el Estado debe hacer un esfuerzo mayor de ayuda para su recuperación, lo que –sabemos- no ha ocurrido.

El sector comercio es un importante generador de empleo en Ñuble, sobre todo en Chillán, pero producto de la pandemia pasó de generar un 17,6% del empleo regional a 16,6% el año pasado, lo que se traduce en aproximadamente 10 mil personas que perdieron su trabajo y que ahora, en medio de una incipiente reactivación, ya no está disponible. Así quedó demostrado cuando la ciudad pasó a Fase 4: muchos trabajadores habían dejado el rubro, habían emprendido o preferían la informalidad y los bonos del Estado.

El comercio de Chillán está viviendo un momento clave de su historia, despertando de una forzada paralización y enfrentado a un proceso de transformación tecnológica, razón por la cual, los esfuerzos que se emprendan para potenciarlo y fortalecerlo, de manera de asumir los nuevos desafíos con éxito, favorecerán la marcha de la economía, en general.

La tecnología ha sido clave para enfrentar la emergencia y también será fundamental en la reactivación, pero sin un empujón consistente desde la política pública, seguirán siendo muchos los que se quedarán abajo de este carro, con el riesgo de convertirse en excluidos permanentes de la economía post pandemia.

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