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Estudio clave para la Ruta Costera

El proyecto de Ruta Costera está comenzando a tomar forma, abandonando el letargo de casi dos décadas, cuando figuraba como una de las obras de vialidad prioritarias para la antigua Región del Bío Bío, pero un estudio de preinversión determinó que su concreción no era rentable.

Si bien algo se avanzó en el Gobierno de Michelle Bachelet, con la pavimentación del tramo de 20 kilómetros entre Cobquecura y Pullay, fue en la segunda administración de Sebastián Piñera que se reactivó, en el contexto del Plan Ñuble. Allí fue cuando decidieron separar el estudio de ingeniería del viaducto respecto del proyecto integral, con el objetivo de acelerar la aprobación de los recursos y su ejecución, dado que el futuro puente -de 1.080 metros de longitud- es la pieza más importante de esta iniciativa.

En concreto, el 30 de noviembre concluirá el estudio de ingeniería de la ruta costera entre Cobquecura y Dichato, una obra largamente anhelada por la comunidad, que permitirá mejorar la conectividad de las localidades del litoral de Ñuble con Concepción, a través de un puente en la desembocadura del río Itata, favoreciendo así los flujos de turistas, el desarrollo de otras actividades económicas y también la calidad de vida de sus habitantes. De hecho, no existe un desarrollo equitativo en la Región cuando se compara la pujante zona agroindustrial de la provincia de Diguillín con el atraso y aislamiento en que están localidades como Taucú, Colmuyao, Mela, Perales o Vegas de Itata, situación que se advierte en el catastro nacional de territorios aislados elaborado por la Subsecretaría de Desarrollo Regional. Como consecuencia de ello, se ha constatado una fuerte emigración, pues la falta de infraestructura vial afecta la calidad de vida de las personas no sólo desde el punto de vista del transporte y la conectividad, sino que también en el acceso a servicios básicos y en el desarrollo económico.

Abundan los ejemplos en que la pavimentación de una ruta ha permitido a distintas zonas rurales mejorar su competitividad en áreas como el turismo y la agricultura, precisamente dos rubros con un gran potencial de crecimiento en el litoral de Ñuble.

Es justo reconocer que en el pasado hubo razones técnicas que impidieron dar respuesta a esta obra con celeridad, como tampoco se puede negar que ha existido una evidente discriminación hacia esta zona, y en general, con la región de Ñuble en cuanto a inversión en infraestructura.

Basta decir que apenas el 23% de las rutas de la región están pavimentadas, y los 6 puntos porcentuales que hemos mejorado en los últimos 4 años, desde que somos Región, provienen de recursos FNDR que deberían haberse destinados a obras y programas comunitarios en las 21 comunas.

Que terminen los proyectos de ingeniería del puente Itata es un importante avance, pero aún queda un largo camino por recorrer. Un proceso que puede tardar años en concretarse, pero que constituye una señal de justicia para esta zona y una oportunidad para su desarrollo económico.

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