Señor Director:
Entre las regiones de Atacama y Biobío se vierten al mar más de 55 mil millones de metros cúbicos de agua al año. Si aprove-
cháramos un quinto de esa agua, podríamos duplicar nuestra superficie de riego. Es lo que se repite a todo nivel, pero, ¿es tan así?
El agua no se pierde en el mar, es una falacia medioambiental. El agua llega al mar porque tiene que cumplir su ciclo hidrológico
portando además nutrientes y sedimentos, muy importante para la zona costera que influye sobre la lluvia que devuelve el agua
a los campos. En este momento poco se sabe realmente cuál es la superficie agrícola de riego efectivo. Lo que sí ha cambiado es
la cobertura de riego tecnificado, pero son especulaciones, porque no tenemos el dato exacto.
La agricultura vive de mitos y supuestos, como que Chile es y será una potencia agroalimentaria; hoy no lo es y mañana tampoco.
Por lo pronto, tenemos que importar más de 50% de los alimentos que consumen los chilenos, y para nadie es un misterio que
la agricultura va a la baja por problemas políticos y financieros, porque Chile en el mundo, ha perdido competitividad.
Chile necesita embalsar agua, ero en pequeños embalses, de bajo costo, solo para riego en concordancia con el medio am-
biente y con las comunidades que puedan verse afectadas. Embalses hechos por el Estado, porque se incorporan a la riqueza
de la Nación y las mayores producciones agrícolas compensan al Estado con impuestos que recauda el Fisco, de modo que en
pocas décadas, los embalses se pagan solos.
Alfredo Schmidt Vivanco
Ingeniero Agrónomo
