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Esta semana la Unidad de Patrimonio de la Municipalidad de Chillán llevó a cabo su tradicional actividad Guardianas del Patrimonio, un reconocimiento a las mujeres que en la región han aportado al cuidado de la cultura y las artes. Se trata de cuatro mujeres que representan distintos ámbitos de la tradición cultural de la zona.
La primera de ellas es Laura Daza, quien en la actualidad es la encargada del Centro Cultural Casa Gonzalo Rojas. En la ceremonia que UPA realizó esta semana se mencionaron los principales atributos de Laura para recibir esta distinción. Ella fue aprendiz del vate en su juventud y hoy es la guardiana de los tesoros que encierra la casa. “Cada día trabajo por hacer que este espacio vital sea un lugar para todos quienes necesiten venir y encontrarse con Gonzalo, que sea un espacio que invite a leer, escribir y crear”, dice la nueva Guardiana.
Desde lo social
La segunda Guardiana del Patrimonio es Teresa Osorio, fundadora del Barrio Luis Cruz Martínez. Desde UPA indicaron que “la noche del 19 de noviembre de 1969, un grupo de 140 familias se toman los terrenos del Fundo Las Vegas, siendo considerada la primera toma de Chillán. En ese entonces, la toma se enmarcaba como un potente movimiento popular chileno ante la crisis por la vivienda que afectaba al país, surgiendo diversos sectores habitacionales en la ciudad”.
Entre esos pobladores que se organizaron estaba Teresa. “La población para mí es mi casa, es mi habitación y mi vivir. Es convivencia y hermandad entre vecinos. Yo soy activa como vecina y pobladora, eso me satisface porque cada cosa que hago es por el bien de toda la comunidad”, comenta.
La infaltable greda negra
La tercera Guardiana del Patrimonio 2024 es María Mónica Vielma, la alfarera más longeva de la localidad de Santa Cruz de Cuca. Tuvo su primer acercamiento a la greda mientras observaba a su abuela Manuela moldear las ollas y asaderas para su cocción. Mirando y jugando con la greda es que fue aprendiendo el proceso tras cada pieza.
“Este arte es único en el mundo y no debería perderse. La protección a este patrimonio que se me ha otorgado lo he hecho en honor a mis antepasados, por mantener el conocimiento transmitido por mi abuela. Hoy tengo la oportunidad de enseñar a las demás generaciones y que no sea un conocimiento solo de una persona, sino que se pueda enseñar y transmitir a los demás”, cuenta la alfarera.
La historia desde el ojo femenino
Alicia Romero es la última de las galardonadas este año con la distinción. Durante su época estudiantil, Alicia Romero Silva ya tenía claridad de lo que quería hacer y lo que le gustaba. Todo comenzó cuando estudiaba historia en la Universidad Católica de Valparaíso, en medio de “una época en que se hablaba muy poco de patrimonio”, indica.
Con un especial foco en Ñuble, en los últimos años se ha dedicado a rescatar la historia y patrimonio documental de la región, “ya sea iconográfico o fotográfico, desde documentos, a planos, cartas, archivos de instituciones, que me permitan ir rearmando y recuperando la historia local”, relata Alicia.
Hace más de 10 años se dedica a tiempo completo a la investigación y publicación. Sus libros se caracterizan por su documentación histórica, priorizando el trabajo con archivo y fuentes primarias, tales como cartas, actas, manuscritos y fotografías. Relevando la importancia de que existan personas que se dediquen a recuperar la memoria. “Si no tenemos conciencia histórica no comprendemos bien el presente y menos podremos proyectar un futuro”.