El Presidente Gabriel Boric realizó ayer seis cambios en su gabinete de Gobierno, con cinco nuevos ministros y un movimiento de cargo, con el evidente propósito de retomar la agenda política tras la derrota en el plebiscito del pasado domingo, donde el rechazo a la propuesta nueva Constitución, a la que el mandatario unió su destino, ganó con un contundente 62% de los votos.
“Los cambios de gabinete siempre son dramáticos en Chile y a este no le ha faltado su dosis. Duele, pero es necesario. Es quizás uno de los momentos políticamente más difíciles que me ha tocado enfrentar”, dijo el mandatario después del nombramiento de los nuevos ministros y ministras.
En efecto, Boric tuvo que firmar la salida de Izkia Siches, quien fue clave en su triunfo en la segunda vuelta presidencial, recorriendo el país de norte a sur y alcanzando una enorme popularidad que la llevó a ser considerada una de las cartas más emergentes de la nueva generación que se instaló en La Moneda. Sin embargo, su inexperiencia política la llevaron a cometer una serie de errores que la desestabilizaron en corto tiempo.
Igual de dramático fue el episodio que se vivió con la designación del comunista Nicolás Cataldo en la Subsecretaría de Interior, el posterior veto que recibió de la oposición por una serie de dichos contra carabineros cuando tenía 20 años, y la decisión de La Moneda de bajarlo a última hora, lo que generó una bochornosa espera que dio pie a nuevas críticas por la desprolijidad y falta de experiencia de los equipos que acompañan al Presidente.
A nivel local, los diversos actores políticos, en general, respaldaron los cambios. Desde el PS y el PPD destacaron el “tonelaje político” de Tohá y Uriarte, en contraposición a la impericia de quienes dejaron el gobierno; mientras que en la DC interpretaron este giro como “el fin al negacionismo concertacionista”. Por último, desde la oposición, hubo cierta moderación, pero también una voz de alerta que el gobierno no puede desestimar: el senador de la UDI, Gustavo Sanhueza, advirtió que la nueva titular de Interior tiene un juicio de cuentas pendiente por supuestas irregularidades en el municipio de Santiago. Un proceso que sigue abierto y que podría terminar en otra “sorpresa” para un gobierno que después del domingo se vio obligado a girar hacia la moderación y reducir la influencia de la generación que llegó a La Moneda tras liderar las protestas estudiantiles hace una década.
El principal desafío que deberá enfrentar el Presidente Boric y su nuevo equipo de ministras y ministros es revertir la precaria situación de respaldo ciudadano y evitar que se profundice la imagen de una administración sin el impulso suficiente para resolver los problemas que hoy desvelan a los chilenos y chilenas: la crisis económica y la inseguridad ciudadana.
No hay nada peor para un sociedad que sus autoridades no cuenten con la confianza y el respaldo ciudadano para gobernar. Por eso es de esperar que este ajuste ministerial no sea solo un recambio de nombres, sino el inicio de una nueva etapa donde la legitimidad social del Gobierno se vea fortalecida y no debilitada por la gestión de sus representantes.
