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Vocabulario de pandemia

Durante estos seis meses de crisis sanitaria hemos enfrentado un sinnúmero de eventos disruptivos en nuestras vidas: nos acostumbramos a muchos cambios forzosos, aceptamos con agrado unos pocos, seguimos añorando algunas prácticas que no sabemos cuándo volverán, si es que alguna vez regresan.

Las palabras también han adquirido nuevos significados. Hemos desempolvado vocablos que creíamos condenados al olvido y presenciamos el nacimiento de ciertos términos que antes del 3 de marzo no formaban parte de nuestro léxico.

Al ritmo de la expansión de la pandemia, comenzaron a aparecer nuevas expresiones, muy influenciadas por el nuevo lenguaje del covid-19, que se han ido incorporando en todos los idiomas del mundo. Pandemia, crisis sanitaria, brote pandémico, casos activos, pacientes asintomáticos, test PCR, trazabilidad, distancia social -luego corregida por distancia física- cuarentena y cuarentena dinámica -que fue el invento chileno- son parte de este nuevo léxico al cual ya estamos todos familiarizados.

El manejo de la epidemia también aportó lo suyo. La “curva de contagios”, esa que se debe aplanar como sea, está en boca de todos y todas. A ciertos procedimientos les llamamos protocolos, ahora somos “teletrabajadores” y creemos entender lo que significa el trillado e inexistente verbo “reinventar”. Hasta el acrónimo (en sus variantes covid-19, covid, cov, co) se ha convertido en un prefijo creativo de uso universal.

Pero sin duda, la expresión más extendida y controvertida de este nuevo repertorio es “la nueva normalidad”. En todo el mundo se preguntan cómo será, qué implicará para los negocios y actividades profesionales, qué debemos hacer para adaptarnos a ella, sin detenernos a pensar si en efecto habrá una nueva normalidad.

Según el diccionario de la Real Academia Española, la normalidad es la cualidad de lo normal y lo normal, a su vez es aquello que “por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano”, es decir que la normalidad es sinónimo de predictibilidad.

Pues resulta que en la era de la pandemia, la ausencia de normas, parámetros y modelos que nos permitan reaccionar como lo hacíamos antes, es precisamente lo primero que desapareció y ahora debemos convivir en medio de la incertidumbre, ese estado donde nada es predecible, y donde hay más preguntas que respuestas.

No sabemos ni podemos anticipar con certeza la forma cómo reaccionará la economía, ni cómo se alterarán los comportamientos sociales, pero sí podemos empezar a planificar la reactivación y el reencuentro, no en base a nuevas y efímeras expresiones, y términos científicos que se vulgarizaron, sino bajo los conceptos de la solidaridad y autocontrol, que como sociedad tenemos que recuperar y aprender.

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