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En el conexto de la cumbre COP25 que preside Chile y se desarrolla estos días en Madrid, el ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, anunció el cierre anticipado de cuatro centrales termoeléctricas a carbón en el marco del plan de descarbonización que fue anunciado hace algunos meses por el Gobierno, y que proyectaba la clausura de varias generadoras a carbón para su reemplazo por energías renovables.
Durante su participación en la cumbre, el secretario de Estado detalló que las centrales que adelantarán el cierre establecido en el cronograma inicial son dos plantas de la empresa Engie ubicadas en Mejillones, y otras dos de AES Gener en la zona industrial Quintero-Puchuncaví (Ventanas I y Ventanas II), todas emplazadas en “zonas de sacrificio”.
La primera fase del plan de descarbonización contemplaba la salida de 8 centrales al 2024 por un total de casi 1.000 megawatts; y la segunda fase implicaba el cierre de las restantes 20 centrales que hay en el país, a más tardar el 2040.
En el caso de las dos centrales de Mejillones, el cierre se estimaba para 2040. Ahora ambas deberán clausurar antes de 2024. Las plantas de Quintero, que habían quedado fijadas para 2022 y 2024, tendrán que cesar antes de fines de 2020 y 2022.
Es innegable que este esfuerzo adicional del sector privado es una buena noticia para el país, para las comunidades afectadas por la contaminación que estas generadoras producen y para el medio ambiente en general, que clama por una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En el caso de la matriz energética de la Región de Ñuble, que cuenta mayoritariamente con fuentes limpias (solares e hídricas), las principales fuentes de emisión de CO2 corresponden a las centrales que operan con diésel en complejos industriales como Cholguán (13 MW) y Nueva Aldea (10 MW), de Arauco, así como las centrales de Orafti (0,5 MW) y San Gregorio (0,5 MW).
Asimismo, las dos megacentrales termoeléctricas a gas natural que estaban proyectadas en la región -El Campesino (640 MW), de Biobiogenera; y Las Arcillas (480), de Engie-, fuentes del sector han señalado que no se concretarían, atendiendo diversas razones, entre ellas, las de mercado y de aseguramiento del abastecimiento.
No obstante lo anterior, no es menos cierto que la presión por descarbonizar la matriz frente a la urgencia del cambio climático y los compromisos adoptados por Chile fueron también una razón de peso. De hecho, en el caso de Engie, existiría una decisión de la compañía por desarrollar un megaproyecto eólico en la región, el que se sumaría a otras dos iniciativas de este tipo que evalúa una firma de capitales alemanes.
El Estado tiene el deber de velar por un medio ambiente libre de contaminación, y lamentablemente, hasta ahora su papel ha sido más bien reactivo, en comparación con el de otros estados OCDE. Por ello, son bienvenidas las medidas adoptadas por el Gobierno en conjunto con las empresas, pero también es necesario reconocer que se necesita enfrentar este desafío con mayor celeridad, por ejemplo, en cuanto a la dependencia del petróleo. Es clave entender que el desarrollo de Chile, y particularmente de Ñuble, está ligado estrechamente a la capacidad y voluntad de reducir la huella de carbono de sus actividades productivas orientadas a los mercados internacionales.