Suiza, uno de los últimos Estados neutrales de Europa, se enfrenta a un dilema ante la invasión rusa de Ucrania, que ha desatado una crisis diplomática y militar en el continente.
El país alpino ha manifestado su oposición a la agresión rusa y su solidaridad con el pueblo ucraniano, al que ha ofrecido protección humanitaria y cooperación para el desarrollo.
Sin embargo, Suiza no ha querido abandonar su neutralidad, que le impide participar en conflictos bélicos o en alianzas militares. Por eso, se ha negado a suministrar armas o a romper sus lazos económicos con Rusia, uno de sus principales socios comerciales.
La posición suiza ha sido cuestionada tanto por sectores internos como externos, que le han pedido que adopte una postura más firme y activa en defensa de la democracia y los derechos humanos.
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, se dirigió al Parlamento suizo a través de un video, en el que reclamó una entrega de armas que por el momento no llega, pues contravendría el histórico principio de neutralidad.
También algunos países europeos han solicitado poder enviar armas de fabricación suiza a Kiev, pero han recibido una negativa por parte de Berna, que argumenta que eso violaría las leyes nacionales e internacionales.
“La neutralidad es una doctrina flexible y pragmática, que busca servir a los intereses de los ciudadanos suizos. No es un dogma ni una ideología”, afirmael historiador Marco Jorio, autor del libro “Suiza y su neutralidad: Una historia de 400 años”.
