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Retorno a clases

Agencia Uno

Después de dos años de pandemia y confinamientos, en marzo próximo volverá la presencialidad en los colegios públicos y privados del país, poniendo término a la voluntariedad de los padres y apoderados de mandar a los niños y niñas a clases, mientras que los sostenedores no tendrán la facultad de cerrar sus puertas, puesto que si lo hacen se arriesgarán a multas que pueden alcanzar las 1.000 UTM. La medida regirá desde primero básico a cuarto medio.

Los expertos son cautos y advierten sobre una contradicción entre dos momentos de la pandemia. Por una parte, el objetivo de hacer que los estudiantes vuelvan a la escuela, porque los procesos de aprendizajes no han sido iguales entre la presencialidad y virtualidad, pero por otra parte está el problema de la seguridad sanitaria, respecto del cual el Ministerio de Educación enfrenta un problema mucho más práctico, que es cómo se ha abordado la pandemia, de forma muy distinta entre comunas. Entonces, construir hoy una política única para un sistema escolar que ha funcionado durante los últimos dos años cómo ha podido, es una aspiración bastante alejada de la realidad.

Sin embargo, la notable mejoría en los indicadores sanitarios, la evidencia de que los colegios no son grandes propagadores del virus y el daño en los aprendizajes, hacen insostenible seguir en la modalidad telemática.

La evidencia parece ser abrumadora en cuanto a que las clases remotas, si bien fueron la única solución posible mientras se estaba en los momentos más álgidos, llevan asociado un bajo porcentaje de logro en cuanto a aprendizajes, un fenómeno que sobre todo se acentúa en los estudiantes socioeconómicamente más postergados. Ello no ha hecho sino profundizar aún más las brechas con aquellos estudiantes de colegios particulares pagados, que gozan de mejores medios para las clases telemáticas, o en general han podido retornar antes a la presencialidad.

“Los colegios tienen que ser los últimos en cerrar y los primeros en abrir”, precisó el Presidente Gabriel Boric al fijar su postura sobre el funcionamiento del sistema educacional en medio del incremento de contagios por la variante Ómicron. Es la nueva voz oficial y la que han esperado oír miles de padres y millones de niños.

Y es que si hay un una población golpeada por la pandemia del covid-19, con consecuencias difíciles de medir e implicaciones presentes y futuras, son los menores.

En un país como el nuestro, de innegable desigualdad, muchos niños sufrieron atrasos en su proceso educativo por falta de conectividad o de medios virtuales. Y muchos padres, en especial madres jefas de hogar, debieron dejar sus empleos para hacerse cargo de sus hijos e hijas. El retorno a las aulas es, entonces, una gran noticia. Y es un punto de esperanza.

Es natural que haya ciertos temores, más cuando la variante Ómicron se propaga con velocidad. Pero ahí está, precisamente, el reto de todos los integrantes de las comunidades educativas: profesores, funcionarios y padres, al cumplir los protocolos, al aplicar rigurosamente el uso de la mascarilla, del lavado de manos y la ventilación. Y el Gobierno, a seguir vacunando, incluso en los propios colegios.

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