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Reforma política: qué medidas son urgentes y cuáles no estarían apuntando al fondo del problema

En las últimas semanas ha reflotado en el mundo político el interés por realizar cambios a nuestro sistema político, especialmente enfocados en combatir la alta fragmentación existente, que mantiene a 21 fuerzas políticas conviviendo actualmente en la Cámara de Diputadas y Diputados.

Según el abogado y académico de la UdeC, Alfonso Henríquez, se suele señalar por algunos que los males del sistema político, sobre todo en lo que toca a su gobernabilidad, se explicarían precisamente por la fragmentación o por el gran número de partidos que existen.

“Este hecho tendría su origen en la introducción del sistema proporcional hace algunos años. Por tanto, habría que reducir el número de partidos y modificar este sistema. Sin embargo, creo que el problema es otro. En efecto, los partidos tal como existen hoy en día, tanto en términos de su funcionamiento, de su estructura organizativa como de su financiamiento, no permiten cumplir con los objetivos que se supone, deben satisfacer. En general son organizaciones que se caracterizan por la falta de orden o disciplina interna, liderazgos reconocidos o con trayectoria, dirigentes con cierto peso ideológico, y cuadros que actúen con algún sentido de responsabilidad republicana (sobre esto, solo debemos recordar cómo ha actuado la oposición en los últimos años, tanto en el pasado gobierno como en el actual)”, expresó.

Entonces, advirtió, la raíz del problema no está tanto en el sistema proporcional o en el número de agrupaciones políticas, sino que sobre todo, en la manera cómo funcionan los partidos.

“Por ahí deberían ir las reformas más urgentes. De hecho, un sistema con múltiples partidos no tendría por qué tener un efecto en la calidad legislativa o en la dificultad para llegar a acuerdos, siempre que estos cuenten con incentivos para actuar de forma cohesionada y disciplinada, y con medidas de control respecto de quienes quieran cambiarse o renunciar a las colectividades a cuyo alero fueron elegidos, o alejarse de las líneas de acción de sus conglomerados”, afirmó.

Por esta razón, agregó, “me parece que propuestas como reducir el número de parlamentarios o volver a un sistema cercano al binominal sería un gran error. Primero, porque no se estaría atacando el problema de fondo, y segundo, porque podría comprometer la representatividad y la diversidad del sistema. De hecho, lo que harían estas medidas sería replicar la dificultad señalada más arriba, pero a otra escala. En otras palabras, seguiríamos teniendo los mismos problemas de gobernabilidad”, aseveró.

“Lo más urgente es cambiar la gobernabilidad”

Rodrigo Landa, analista político y experto en campañas, sostuvo que primero es importante situarnos en un diagnóstico sobre el actual sistema político chileno.

“Por una parte, tenemos un serio problema de gobernabilidad, con un régimen presidencialista y un poder legislativo fragmentado: la peor combinación que podemos tener para avanzar en los cambios que democráticamente los chilenos van demandando. A lo anterior, debemos sumar la desafección de la ciudadanía con los partidos políticos, que se traduce en entidades pequeñas y sin representación real, con cuadros que terminan velando por sus intereses personales más que el bien superior del país”, afirmó.

En ese contexto, mencionó, “lo más urgente de cambiar es la gobernabilidad dentro del sistema político. Esto pasa por el fortalecimiento de los partidos y por su interacción entre ellos dentro del congreso. Hay ideas interesantes, como la exigencia de un umbral mínimo de votación para acceder a escaños, la posibilidad de eliminar el discolaje bajo la pena de pérdida de cargos, mejorar la transparencia y el control en las elecciones partidarias, generar incentivos para la asociatividad entre entidades que comparten ciertos principios, entre otras”, manifestó.

¿Significa esto que el sistema proporcional, como fue planteado en la última reforma, fracasó?

Según Landa, la reforma implementada durante el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet fue bien inspirada, “pero mirada en perspectiva, fue mal diseñada. El paso a un sistema proporcional, que pudo ser planteado como un objetivo deseable, terminó por sepultar la escasa concordia y capacidad de diálogo que quedaba en el congreso. Esta pluralidad de fuerzas pequeñas que a veces apelan a nichos muy pequeños, y que por tanto tienen pocos incentivos para salirse de ese discurso, han entrampado negociaciones importantes y dificultan llegar a acuerdos”, aseveró.

Entonces, el desafío está, dijo, “en mejorar la gobernabilidad del poder legislativo, sin afectar la legítima aspiración de grupos específicos. Y eso se puede hacer perfectamente bajo un modelo asociativo o de formación de unidades únicas y plurales, como está ocurriendo en el proceso de cambio del Frente Amplio. El hecho que existan menos partidos, no quiere decir necesariamente que se afecte el pluralismo o la representatividad, dado que pueden ser inherentes a la orgánica interna”.

Respecto de establecer una norma antidíscolos, para que quienes renuncien al partido por el que fueron electos tengan que dejar sus cargos, dijo estar de acuerdo “absolutamente”.

“Deben existir reglas que hagan que los miembros de los partidos tengan en cuenta que pertenecen a una colectividad estable, con ideales claros, y no a un mero trampolín político que pueden usar a su conveniencia. Como dato, sólo hasta principios de diciembre del año pasado, en el período legislativo, habían renunciado a sus partidos 16 parlamentarios. Eso desbarata cualquier planificación previa de votos, desajusta negociaciones, y puede hacer caer reformas importantes; además de perjudicar a los partidos, que se ven debilitados por la fuga de sus representantes”, expresó.

En cuanto a si el redistritaje y disminución de diputados, afectaría la representación de los territorios, “el hecho que la Cámara de Diputados tenga más o menos miembros, no significa necesariamente más o menos representación, pues pasa por muchos otros factores, como el discurso y las propuestas de los postulantes y a quiénes les hablan. También puede ocurrir que esos discursos estén incorporados en otros partidos que de todas formas logren ingresar al congreso con el redistritaje. En otras palabras, no hay una fórmula matemática, un número de diputados específico, ni un sistema electoral perfecto que asegure la debida representación. Chile está a tiempo de reformular su sistema político, especialmente en su dimensión legislativa. No hacerlo, sería seguir hipotecando años y desaprovechar las extraordinarias oportunidades de desarrollo que tenemos”, advirtió.

“Los partidos son la política en acción”

Para la politóloga y académica de la UdeC, Jeanne Simon, “un sistema político se caracteriza por las interacciones entre distintos actores dentro de un marco institucional. Claramente, se requiere pensar una reforma electoral para favorecer una mayor legitimidad y representatividad de las personas elegidas. Hay argumentos a favor y en contra de un sistema proporcional, como también en relación con mayoría relativa y absoluta como tenemos con autoridades unipersonales (alcaldesa, gobernadora, presidente). Yo estoy a favor de mantener un sistema proporcional que se basa en listas abiertas, como tenemos para el congreso, el consejo regional y el concejo municipal. El desafío es definir los ajustes que favorecerían un debate parlamentario inteligente y enfocado en lograr acuerdos y reducir los incentivos para obstaculizar iniciativas que permiten abordar los problemas más urgentes”, afirmó.

En este sentido, planteó, “es importante pensar también en una reforma a los partidos políticos y las exigencias a las autoridades elegidas. Considerando que una de las debilidades de la mayoría de los partidos es su escasa relación con su electorado, una reforma podría establecer más exigencias en términos de calidad de asesores, ética, cuentas públicas, transparencia, equidad de género, entre otras. Para mí, este tipo de reformas es la más urgente, porque los partidos son la política en acción, y su comportamiento no favorece la gobernabilidad en el contexto actual. Es importante avanzar en ciertos acuerdos sobre la reforma política, pero también sobre el modelo de desarrollo económico y social”.

Respecto de un supuesto “fracaso” del sistema proporcional, sostuvo que “no veo que la última reforma haya sido un fracaso, sino fue incompleta. No abordó el funcionamiento de los partidos. Se abrió para que pudieran entrar nuevas fuerzas políticas, pero no anticipó que los nuevos partidos no iban a tener una estructura orgánica como la de los partidos del siglo XX. Volver a un sistema binominal no es una solución”, recalcó.

Para la politóloga, “se requiere una reforma que favorezca que las personas se mantengan en los partidos, en especial en el Senado, donde su periodo es más largo. Al mismo tiempo, con listas abiertas, el voto también es para la persona y no solamente la lista. Si optamos por un sistema proporcional, debemos pensar en una reforma y hasta en listas cerradas. Si optamos por el voto por el o la candidata, entonces no tiene sentido un sistema proporcional de listas”, aseveró.

Sobre el redistritaje, mencionó que “un sistema proporcional basado en listas de acuerdos nacionales, tiende a una representación débil de los territorios. Así, si queremos favorecer la representación de los territorios, se podría pensar en distritos más pequeños con un solo escaño. En el sistema proporcional, una reducción de diputados y el establecimiento de distritos más grandes debilitará la representatividad de los territorios con baja población, en favor de las grandes ciudades. Finalmente, toda reforma se discutirá en términos de cómo afectará a cada partido y sus representantes. Los criterios técnicos tendrán menos peso. Mi perspectiva es que hay que exigir más a los partidos políticos, porque son actores centrales. Una reforma electoral que busca fortalecer la equidad de género podría aportar con una renovación de la política, con nuevas caras”, manifestó.

Representanción paritaria

Para el también académico y Doctor en Administración y Política Pública, Cristian Quiroz, existe un problema relevante y dice relación con la búsqueda de la denominada “eficacia legislativa”.

“Esto dice relación con la calidad y oportunidad en que el congreso y el Ejecutivo respondan a las demandas que expresa la ciudadanía. No es conveniente actuar de manera reactiva, sin evidencia técnica ni con análisis comparado, lo que a veces se ha constatado en la acción legislativa chilena. En el último tiempo se ha tendido a responsabilizar esta falta de eficacia a la fragmentación de la representación política, dado el acceso de diversos partidos a cupos parlamentarios. Lo cierto es que no existe evidencia que respalde ese supuesto, de hecho, en países con representación efectiva de no más de dos partidos también han existido impasse legislativos, con impactos relevantes”, expresó.

Por de pronto, añadió, “ existe un diagnóstico restringido para ‘culpar’ a la proporcionalidad y una mayor representatividad de las debilidades del sistema político. Estudios han evidenciado que la mayor proporcionalidad ha incidido en mayores gobiernos de coalición, dotando de más estabilidad a los sistemas. Ahora bien, sí creo que lo primero es determinar cuál es el problema que se quiere resolver, y a partir de eso, buscar las soluciones, pero en la discusión actual no está claro ni el diagnóstico, ni lo que se quiere mejorar. En tal sentido, si se quiere abordar nuevamente el de sistema electoral, el tema no pasa sólo por el número y tamaño de distritos, sino que también por el tipo de listas, la cifra repartidora, el control de partidos políticos y su financiamiento, además del financiamiento electoral”, aseveró.

Otro punto controversial, dijo, es la propuesta de norma antidíscolos, “porque el sistema teórico espera que el electorado vote por listas, por las ideas que representa, pero en la práctica, aún en muchos casos se vota por personas. Entonces es discutible el grado de representación del renunciado, en el sentido de a quién representa, ¿Al partido o a su electorado?”, planteó.

Según Quiroz, “no existe evidencia que justifique que una disminución del número de parlamentarios aumente la eficacia legislativa, por tanto creo que ésta es una medida más bien demagógica, y que por lo mismo, puede obtener un fuerte respaldo ciudadano, lo que en sí no la convierte en una buena propuesta. Efectivamente un redistritaje que limite el número de congresistas reduce necesariamente el nivel de representatividad y tiende a homogeneizar artificialmente comunidades que son diversas, con el riesgo de invisibilizar demandas relevantes. Creo que se deben abordar incentivos para la representación paritaria y cuotas de género , además de la representatividad de pueblos originarios, dos elementos que quedaron pendientes en los procesos constituyentes, y que siguen latentes”, sentenció.

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