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Red vial secundaria

MOP

Es un hecho patente la precaria infraestructura vial de la región de Ñuble, que se traduce en apenas un 30% de sus caminos pavimentados, cifra que se ubica muy por debajo del promedio nacional y se vincula estrechamente a los indicadores de pobreza de las comunas, como confirman las últimas entregas de la encuesta Casen donde se observa que las mayores tasas están en aquellas zonas con menor conectividad vial, aislamiento y ruralidad.

Esto da cuenta de la permanente postergación que durante décadas sufrió esta zona, debido al centralismo nacional y regional cuando éramos parte del Biobío y por lo mismo, era uno de los tantos aspectos que la creación de la región de Ñuble prometía mejorar.

Sin embargo, pese al aumento de la inversión regional, su impacto ha sido bajo, pues la mora en materia de pavimentación y mantención de caminos secundarios en Ñuble es enorme, agravada por fenómenos naturales que han causado grandes daños, como los que tuvimos este año. Finalmente, completa este negativo cuadro el deficiente proceso de instalación de los servicios públicos, ya que después de 5 años de existir como región independiente, aún no se instalan las direcciones provinciales de Vialidad en Diguillín, Itata y Punilla, unidades que son claves para acercar la gestión y hacerla más eficiente en los territorios.

Por el contrario, su ausencia tiene un efecto nocivo en las economías locales, puesto que reduce la competitividad de los productores agropecuarios, que deben pagar altos costos por transporte, debido al mal estado de los caminos y a los mayores tiempos de viaje. De hecho, el transporte usa el 65% de los costos logísticos de un negocio.

En un contexto marcado por la crisis económica internacional, la volatilidad del dólar, el alto costo de los insumos y una mano de obra cada vez más escasa y cara, el mejoramiento de la infraestructura constituye una decisión fundamental y necesaria para avanzar en la superación de los obstáculos que enfrentan pequeños y medianos productores con miras a mejorar la competitividad.

Contar con rutas secundarias de mejor estándar en las tres provincias permitiría dar un paso importante hacia el objetivo de convertir a la región en un polo agroalimentario, así como también favorecería el turismo, la industria forestal y la agregación de valor en diversos rubros con potencial exportador.

Ñuble tiene, básicamente, las mismas rutas interiores que en 1970, mientras tanto el parque automotor de las zonas rurales ha crecido sostenidamente. Incluso, señalan los especialistas, el aumento de los accidentes es otra consecuencia del abandono de la vialidad secundaria.

Es una cuestión de justicia asumir las inversiones necesarias en materia de caminos, de manera de mejorar la calidad de vida de miles de habitantes de zonas rurales, terminar con su aislamiento e incentivar la inversión en áreas clave de la economía local.

Como se sabe, la inversión pública tiene un efecto multiplicador y atrae inversión privada y como contraparte, la falta de ella será siempre un desincentivo al desarrollo de nuevos negocios y a la creación de nuevas oportunidades de empleo. 

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