Desde que la idea de crear la Región de Ñuble se convirtió en un hecho concreto, hemos advertido que una de las principales amenazas para su éxito es el bajo nivel técnico que hay en los municipios a la hora de formular sus proyectos de inversión, lo que se traduce, en la práctica, en pocas iniciativas para postular a fondos públicos.
Esta preocupación, compartida por autoridades y académicos locales, se acrecienta, después de la experiencia de los tres años recientes, donde el Gobierno Regional ha debido realizar millonarias transferencias a los ministerios para completar el gasto, y sobre todo porque para 2023 se considera un 16% de aumento respecto de este año, alcanzando a los 67.356 millones de pesos destinados al programa de inversión anual.
Se trata de un presupuesto que pondrá énfasis en la reactivación económica, por la vía de obras de infraestructura habilitante y fomento productivo a través de agencias como Fosis, Sercotec y Corfo, y por otra parte, a proyectos comunales, donde la gran duda es la calidad técnica de los proyectos. En otras palabras, el riesgo es que la nueva región vuelve a enfrentarse a un problema paradójico: tener más recursos que proyectos para ser financiados.
Sin embargo, ese cuadro podría cambiar, de concretarse el anuncio del Gobierno de un fondo especial para un servicio de asistencia técnica especializada que permita que las comunas que no cuentan con profesionales también puedan elaborar proyectos para postular a los distintos fondos públicos, el FNDR incluido.
Desde el Gobierno Regional creen que la cantidad de propuestas probablemente irá creciendo con el correr de los meses, pues las municipalidades parecen estar “motivadas” en presentar proyectos técnicamente bien diseñados, única forma de pasar los filtros de la burocracia estatal y tener reales posibilidades de aprobación, en un escenario que esta vez es mucho más estimulante –como lo han reconocido varios alcaldes- por la mayor cantidad de recursos disponibles y el carácter eminentemente local de las decisiones sobre su destino.
El detalle de los proyectos aún no se conoce, pero se espera que no sean cuestiones inútiles o de bajo impacto social, sino que representen una visión superadora de aspectos críticos que hoy están marcando el rezago económico y social de los sectores más vulnerables de las 21 comunas de la región.
Es de esperar que en el corto plazo podamos conocer el detalle de la cartera de proyectos para 2023 y así poder verificar si efectivamente son apalancadores del desarrollo y sus impactos se distribuyen de forma equitativa en el territorio.
Todo lo anterior, sin embargo, no debería conducir a un optimismo irreflexivo, desatendiendo la urgente necesidad de profesionalizar la gestión de proyectos a nivel municipal y regional, donde la visión de futuro sea compartida por todos y la asociatividad sea una herramienta clave para la formulación de proyectos ambiciosos que generen las condiciones para una efectivo desarrollo económico y social.
