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Preocupa la casi nula presencia de candidatas a alcaldesa en Ñuble

Las cifras no mienten: ninguna alcaldesa actualmente en las 21 comunas de la región, y solo dos candidatas -hasta el momento- en los dos principales conglomerados (Contigo, Chile mejor y Chile Vamos), para el mismo número de comunas.

La presencia femenina en las elecciones de alcaldes(as) es casi nula en Ñuble, un fenómeno que preocupa a sus protagonistas, y que tiene orígenes tanto culturales, como propios del territorio.

Carolina Navarrete, exconsejera Constitucional de la UDI, cree que la poca presencia de candidatas a alcaldesas se debe a dos factores principales.

“Lo primero es que los partidos están acostumbrados a buscar candidatos o candidatas muy poco antes de las elecciones, y qué se hace generalmente, buscar entre los concejales que ya están, entre personas que ya fueron y no ir cambiando las caras. Yo creo que eso pasa en Ñuble, porque no existe a nivel nacional, yo creo que en ningún partido, un sistema que realmente capacite y prepare tanto a mujeres como hombres para enfrentar estos desafíos electorales cuando se requiere”, dijo.

Navarrete comentó la experiencia al interior de su partido. “Si bien la UDI ha tenido distintos programas orientados a participar, a incentivar la participación femenina, eso no se ha traducido en que las mujeres tomen la decisión de ser candidatas. Se preparan, se forman, se les explica cómo funciona el sistema, pero esa preparación no ha trascendido en que las mujeres tomen la decisión de ser candidatas, o que el partido les dé la oportunidad de ser candidatas. Yo creo que esa es una razón de por qué, por lo menos en Ñuble, haya un predominante efecto masculino tanto en las candidaturas a alcaldes como concejales y gobernadores regionales”, mencionó.

En segundo término, agregó que el hecho que no exista ley de cuotas en esta elección específica “no incentiva que las directivas busquen liderazgos femeninos para poder ser candidatas”.

En tanto, para la presidenta regional del PPD, Yesenia Figueroa, “ante la poca o casi nula presencia de candidatas en Ñuble, como partido consideramos que existen aún los sesgos de género. Se percibe a los hombres como líderes en potencia, frente a mujeres que pueden tener el mismo bagaje, trayectoria o experiencia, además de los estereotipos de género, ya que en política debes demostrar alguna rudeza, la voz elevada o agresiva en su forma de expresión. Estas características de sesgo de género y estereotipos hacen que muchas veces las mismas mujeres se descarten a sí mismas como una alternativa de liderazgo”, afirmó.

Además, dijo, “ejercer un cargo de elección popular implica estar disponible para la comunidad prácticamente las 24 horas del día. En este escenario, las mujeres históricamente han subvencionado a los hombres, teniendo los hombres la libertad -y así lo asume la sociedad- de las acciones fuera de casa. Si lo vemos de esta forma, los hombres no subvencionan a las mujeres en labores de casa, de organización laboral ni de cuidado. En esta lógica, las mujeres piensan dos veces antes de tomar desafíos importantes de liderazgo en política”.

Figueroa cree que “aún nos falta, no solo acá en Ñuble, sino que, en todo el país, que las mujeres piensen en sí mismas como líderes o lideresas y que sean capaces de enfrentar cargos unipersonales. La formación de mujeres es algo que está presente por la ley de partidos políticos, pero también es un desafío para todos que las mujeres miremos mujeres como alternativas de opción política”.

Para avanzar, añadió, “aún tenemos que hacer la formación, que sigue siendo muy necesaria, los espacios cada vez se abren más, y nosotros seguiremos apoyando a candidatas y a todas aquellas que quieran crecer en la política en los diferentes cargos, somos un partido feminista, pero el seguir avanzando no solo depende de los partidos, también depende de la ciudadanía, de los medios de comunicación, y que la normativa obligue a los partidos a tener paridad en todos los cargos colegiados. Son cambios culturales que toman tiempo, y hay que forzarlos”.

Liderazgo de base

Alejandra Martínez (PS), exconcejala de Chillán Viejo y actual directora de Seguridad de la Municipalidad de Chillán, sostuvo: “varios partidos políticos se han declarado feministas, entre ellos, el partido en el que milito. Sin embargo, es necesario pasar de lo discursivo al compromiso decidido de promover candidaturas de mujeres. En nuestra sociedad aún se mantienen los resabios del patriarcado, que continúa normalizando nuestra escasa participación y discriminación en política, así como en otros ámbitos”.

Según Martínez, “tal como lo vimos en los cargos colegiados, todo parece indicar que una ley de cuotas en cargos unipersonales podría ser la alternativa obligada para que las estructuras partidarias prioricen a las mujeres. Lamento que tenga que ser así, ya que las mujeres contamos con las capacidades y la experiencia para asumir tales desafíos. Está demostrado en la multiplicidad de roles que a diario desempeñamos desde la esfera pública y privada, y que nos permite estar en sintonía con las demandas ciudadanas”.

Desde el Partido Republicano, la también exconsejera constitucional, Cecilia Medina, mencionó que pese a la corta vida de su colectividad, “estamos constituyendo un equipo de candidatos a cores, concejales, alcaldes y gobernador para Ñuble, con tremendas mujeres dentro de este listado. Apenas confirmemos todos los nombres, los comunicaremos con gran orgullo, porque somos muchas las republicanas que nos hemos atrevido a postular a cargos de elección popular o a ocupar espacios de responsabilidad dentro de la directiva, y la recepción del partido, de sus militantes y de la ciudadanía ha sido excelente con nosotras”.

Medina recalcó: “siempre hemos defendido las capacidades personales por sobre otras consideraciones, y el trabajo en equipo por sobre los proyectos individuales. En esta oportunidad, llevamos solo tres candidatos a alcaldes, pero su elección no tuvo que ver con el género, sino con el hecho de cumplir con un profundo compromiso y un largo trabajo que los une a sus comunas. En esta oportunidad son los mejores nombres, y los vamos a apoyar al máximo. Pero no tengan duda de que las mujeres republicanas van a dar sorpresas y buenas noticias en la región. Además, agregar que el Partido Republicano siempre ha incentivando, promovido y motivado a la participación activa de las mujeres en todo ámbito dentro de las directivas tanto nacional como regional, y para los desafíos de elección popular”.

Según la concejala de Chillán, Quenne Aitken (PC), “una razón por la que las mujeres tienen poca participación en política es que los partidos impiden que asciendan a cargos de poder. Recordemos a Michelle Bachelet, cuando en su primer período, finalmente se hace una reforma Constitucional para que el período simplemente dure cuatro años, porque se sabía que iba a ganar ella, iba a ser una mujer, había dos mujeres peleando el poder y hoy día en nuestra región sin lugar a dudas se acentúa esto. Es finalmente de la confianza de los partidos de que hoy día las mujeres asciendan al poder, teniendo en consideración que hoy las mujeres ocupan la gran mayoría de los espacios de base de poder, donde no existe el pago. Ahí es donde los partidos políticos sin lugar a dudas quieren tener este poder, y en nuestra región, el conservadurismo de la entidad rural se acentúa mucho más. Es lamentable que tengamos que llegar a una ley de cuotas para poder cumplir con esto, pero quizás sí sería lo que falta”.

Francisca Leyton, presidenta regional de Convergencia Social, sostuvo que “entre las barreras que identificamos como partido, una de las más significativas y críticas es la multiplicidad de labores que las compañeras cumplen como trabajadoras, madres y además mujeres en política. El rezago que causa esto en comparación con los hombres, incide en la posibilidad real de enfrentar una disputa electoral de estas características, que exige entregarse de lleno a las campañas. Por lo tanto, no es falta de disposición de parte de las mujeres. En el caso de nuestro partido, somos compañeras quienes estamos principalmente en labores de dirección política. Nuestra apuesta es subsanar este déficit con una planilla de candidatas a concejalías. Esta alternativa nos lleva a pensar en una segunda barrera, más propia de cómo funciona el sistema electoral de manera histórica. Así, particularmente en nuestra región, proyectar una candidatura alcaldicia competitiva requiere visibilización y proyección anterior. Esta carga es más pesada para las compañeras, pues actualmente, no existe ninguna alcaldesa en las 21 comunas de Ñuble. Entonces, esto no es cosa de voluntad solamente, requiere una proyección y un trabajo electoral y político desde los partidos”.

Como CS y Frente Amplio, añadió, “estamos responsablemente pensando en estos desafíos, pues es un cambio que esperamos llevar adelante. No se puede obviar que dentro de la idiosincrasia local, ver a una mujer ocupando puestos de liderazgo público no es común. Muchas veces la violencia o el prejuicio juegan en contra de sus liderazgos. Sin embargo, hemos visto a la cabeza de movimientos de defensa ambiental, de la salud o por la previsión social, a grandes lideresas que abren un camino que seguro beneficiaría a todos los habitantes de la región”.

Problema estructural

Según la académica del Departamento de Administración Pública y Ciencia Política de la UdeC, Susana Riquelme, la situación en Ñuble con respecto a la baja representación de mujeres en las candidaturas a alcaldesa refleja un problema estructural en la participación política de las mujeres, que puede ser analizado desde varias perspectivas teóricas y empíricas.

“Ñuble, como región con una importante población rural, puede exhibir un conservadurismo más arraigado en comparación con regiones urbanas. El conservadurismo afecta las actitudes hacia las mujeres en roles de liderazgo, influyendo en la disposición de los votantes y los partidos políticos para apoyar a las candidatas. Entonces, la falta de mujeres candidatas puede estar muy influida por el conservadurismo cultural y social del territorio. Las áreas rurales, en general, tienen normas de género más tradicionales que pueden desincentivar la participación política de las mujeres, o derechamente limitar su acceso a redes de poder político y recursos necesarios para lanzar una campaña efectiva. Por tanto, es muy importante considerar que éste no es un desinterés intrínseco de las mujeres, sino más bien un reflejo de las barreras sistémicas y culturales que enfrentan, por ejemplo, la percepción de no estar suficientemente calificadas, el temor a ser víctima de violencia política, el tiempo de dedicación el cual no es compatible con las labores de cuidado y domésticas, las cuales han sido tradicionalmente llevadas a cabo por mujeres, todos factores que se agravan en contextos más conservadores”, afirmó.

Para la académica, “sugerir una falta de interés por parte de las mujeres en la política podría ser simplista y engañoso. Las barreras estructurales, incluyendo la falta de apoyo de los partidos políticos, el acceso limitado a recursos para campañas y la persistencia de estereotipos de género, son parte de los elementos que limitan la participación política de las mujeres. Los estudios feministas sugieren que las estructuras de poder patriarcales en la política son las que desalientan y dificultan la participación de las mujeres, más que una simple falta de interés de ellas.  Si los partidos no apoyan a las mujeres candidatas o no las consideran viables políticamente debido a prejuicios de género, esto va a mantener las barreras sistemáticas y culturales que también se reflejan en los partidos, ello, claramente va a limitar las oportunidades para que las mujeres se presenten y sean elegidas”.

Susana Riquelme enfatizó en que a nivel nacional, “existe falta de apoyo sustancial de los partidos políticos hacia las candidatas mujeres, más allá del cumplimiento formal de las cuotas de género en listas proporcionales. Esto en Ñuble se repite, y ello, además, podría indicar una falta de promoción, respaldo financiero y estructural por parte de los partidos locales. Al observar los datos del padrón de la región de Ñuble de la última elección municipal, se muestra que hay distribución casi equitativa en términos de género, pese a ello, aunque las mujeres están bien representadas como votantes, no están representadas entre las candidaturas, lo cual es un aspecto a considerar en términos de equidad de género en la política local”.

Agregó que “el padrón electoral también muestra una importante presencia de población de mayor edad, lo cual puede tener implicancias en las políticas y los tipos de candidaturas que se promueven o tienen éxito en la región. La preponderancia de votantes mayores puede influir en las preferencias políticas y la viabilidad de las candidaturas de mujeres, ello puede tener como explicación, que posiblemente los temas de interés para estos grupos de edad no alinean con los temas promovidos por candidatas mujeres o bien, existen percepciones culturales sobre roles de género que favorecen a candidatos masculinos. Sin embargo, en la actual elección, a diferencia de la anterior, habrá voto obligatorio, esto conduce a un aumento en la participación electoral, lo que podría significar que más mujeres votarán, lo que posiblemente podría alterar las preferencias electorales hacia candidatos que mejor representen sus intereses. Con un electorado más amplio y diverso, que también incluye a los jóvenes, los partidos políticos y candidatos podrían necesitar ajustar sus estrategias de campaña para atraer a un rango más amplio de votantes. Esto podría incluir un mayor enfoque en temas que son especialmente relevantes para las mujeres, como políticas de cuidado, educación y salud”.

La situación actual sobre la falta de mujeres en las candidaturas, según Susana Riquelme, “lamentablemente no es algo novedoso en la región, ya que los datos de la última elección muestran que en Ñuble se encuentra un panorama preocupante en términos de brechas de género en la política local. Para la última elección, de las 78 candidaturas, solo 12 eran mujeres, lo que representa el 15,4% del total de candidaturas. Los hombres recibieron un total de 149.941 votos, mientras que las mujeres solo recibieron 28.690 votos. Esto no solo refleja la menor cantidad de candidatas mujeres sino también posiblemente una menor recepción de apoyo electoral hacia ellas. La diferencia en el número de votos también podría indicar que las candidatas mujeres enfrentaron dificultades en términos de visibilidad, financiación de la campaña y apoyo de los partidos políticos”.

Otro elemento complejo que de acuerdo a la literatura suele suceder especialmente en áreas rurales, añadió, “es el clientelismo político, lo que añade otra capa de complejidad a la representación política de las mujeres, ya que, por lo general, las mujeres se encuentran menos integradas en las redes de poder político y económico. En muchas comunidades rurales, las estructuras de poder están controladas por unos pocos individuos o familias, lo que genera un ciclo de poder político masculino, que termina favoreciendo a aquellos que pueden mantener y fortalecer las redes clientelares”.

Finalmente, planteó Riquelme, “otro elemento o factor que puede explicar las barreras en la participación política de las mujeres en Ñuble, es que ellas son principalmente lideresas en espacios comunitarios y organizaciones de base, donde efectivamente ejercen influencia en asuntos relacionados con el bienestar y la gestión comunitaria. Este tipo de liderazgo, sin embargo, raramente se traduce en un avance hacia posiciones de poder político formal, este tipo de trabajo político no siempre tiene un reconocimiento o suficiente valoración en el ámbito político más amplio, donde las normas y expectativas están fuertemente influenciadas por estructuras patriarcales. La carga desproporcionada de responsabilidades de cuidado que recae sobre las mujeres es una barrera significativa. Este trabajo no remunerado limita su tiempo y recursos disponibles para participar en política a nivel más alto, donde se requiere disponibilidad casi constante y un compromiso de tiempo extenso. Desde mi perspectiva, existe una clara división sexual del trabajo en la política, donde las mujeres se encuentran en roles que gestionan lo “micro” y lo “familiar”, mientras que los hombres dominan los espacios de mayor relevancia y poder, es por eso que las mujeres en política se ven relegadas a comités o roles que se consideran extensiones de su rol de cuidadoras (como educación, salud, o bienestar social), mientras que los hombres ocupan cargos de alto perfil, porque requiere una presencia constante y la capacidad de comprometerse con un horario que va más allá del típico horario laboral. Estas expectativas son excluyentes para las mujeres, dada la mencionada carga de los cuidados y las expectativas culturales sobre su papel en el hogar”

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