Señor Director:
Primero Pucón y ahora Vichuquén: jóvenes realizan fiestas arriba de lanchas en donde abunda el alcohol y escasean las medidas de seguridad en medio de la pandemia.
Frente a estos eventos recuerdo hoy otra situación náutica: la colisión del Titanic contra el iceberg. Conscientes del riesgo, los tripulantes decidieron ir a una velocidad y ruta que los condenó, y quienes gritaron cuando vieron el iceberg, solo vieron una parte, pues el 90% de estos están bajo el agua.
Muchas fiestas no tienen la cobertura en redes sociales que estos eventos tuvieron. No sabemos cuántos menores de edad participaron y cuánto se expusieron al alcohol, las drogas o el covid. Pero si podemos saber qué ruta seguir en el desarrollo de nuestros adolescentes. Urge como país implementar programas preventivos que nos permitan construir con ellos una comunicación abierta que los acerque a la propuesta de vida sana que despliegue todo su potencial.
Pareciera que al igual que la tripulación del Titanic, decidimos hacer justamente lo que nos arriesga en vez de tomar el timón y navegar hacia aguas más seguras. Es momento de cambiar de rumbo.
Raúl Perry
Gerente de programas de Fundación San Carlos de Maipo