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Plantel porcino Rucapequén continúa siendo objeto de denuncias por malos olores

La Discusión

El alcalde de Chillán Viejo, Jorge del Pozo, tuvo que utilizar la palabra “dilema” para poder describir el problema -multifactorial- que tiene enfrentados a algunos residentes de los sectores de Quillay y de Nebuco (de esa comuna) con la empresa criadora de cerdos Maxagro, que pese a asegurar utilizar la tecnología más avanzada que ofrece el mercado mundial, en materia de tratamiento de olores y residuos, aún sigue siendo objeto de denuncias por malos olores y por la contaminación de algunos canales de regadío.

El jefe comunal dice comprender la compleja situación medioambiental de quienes viven cerca de la planta, quienes deben soportar de tanto en tanto, los malos olores que producen los cerca de 130 mil ejemplares debido a sus desechos orgánicos, pero también dice que es necesario poner en la balanza el hecho de que Maxagro compró la planta que hasta 2017 manejaba la empresa Friosa, la que a su vez adquirió una chanchería que se estableció en el lugar llamado Destete, en el sector Rucapequén, hace más de 50 años. Es decir, el plantel porcino llegó casi medio siglo antes que las viviendas donde moran las personas que hoy concentra la mayoría de los reclamos. [bg_collapse view=”button-orange” color=”#4a4949″ expand_text=”Leer más” collapse_text=”Menos” inline_css=”width: 100%” ]

Es con lo anterior como telón de fondo que comienzan a surgir una serie de ramas de un mismo tronco de controversias. En primer lugar, no existe una ley ni plan regulador que prohiba que nuevas familias se instalen a vivir en el sector, por ende, aún se siguen promocionando parcelas y sitios en el lugar.

Luego, se debe tener en cuenta que es precisamente hacia el sur de Chillán Viejo donde se encuentra la única proyección de crecimiento habitacional de esa comuna.

Y si bien, cualquier persona que pase cerca del plantel, en especial los días de verano, notará la presencia de malos olores, algunos de los vecinos que ya estaban asentados en las inmediaciones antes del siglo XX, aseguran que desde que llegó Maxagro, los hedores se redujeron considerablemente.

Sin embargo, la apología a la empresa no se puede hacer tan libremente considerando que en la actualidad, la Superintendencia Regional de Medio Ambiente confirmó a nuestro medio, que la planta es objeto de dos procesos sancionatorios vigentes por el derrame de purines a caudales de agua que terminaron por contaminar el río Rucapequén.

Como colorario, el alcalde Del Pozo afirma que seguirán extendiendo las quejas y denuncias que, al respecto, hagan los vecinos, pero añade que “ya es hora de hacer un llamado amplio a la comunidad que pretende irse a vivir al sector para que antes de comprar un sitio deben saber qué significa vivir al lado de un plantel porcino, revisar todos los pros y contras de instalarse allí”.

Las quejas vecinales

Dentro de las exigencias elevadas a Maxagro se incluía la aplicación de una encuesta a la comunidad, la que fue encargada a una empresa de Santiago, arrojando como resultado, “que la mayoría de los vecinos ha visto muy afectadas sus vidas por culpa de los malos olores”, sostuvo Carlos Venegas, representante de la Agrupación de Vecinos del sector Quillay.

“Bajo esa resolución, ellos debieron haber hecho hartas cosas, acatar todas las medidas que les impuso la Superintendencia, pero lo que hicieron fue enviar un programa de cumplimiento en el que se comprometían a eliminar los olores. Yo hablé con la gente de la Superintendencia, ellos me dijeron que esas medidas figuraban como realizadas, pero nosotros como vecinos no hemos visto ninguna mejora, los malos olores siguen todavía”, acusa el dirigente.

En julio de este año, los afectados realizaron tres denuncias en una sola semana “porque los olores eran fétidos, no se podían soportar y por lo mismo, la Seremi de Medio Ambiente fue a fiscalizar, descubrieron que ellos tenían un derrame de purines hacia el lado sur y ése fue el que afectó al río”, detalló.

El dirigente dice que lo de los malos olores se siente con mayor intensidad en las tardes y durante la noche, y en ocasiones asegura sentirlos cuando viene conduciendo de vuelta de su trabajo y pasa frente al servicentro Shell (en la carretera).

“Además, hay demasiadas moscas, mucho más de las que uno encuentra en otros sectores rurales, por ejemplo, acá tú vas a cualquier negocio en el sector de Quillay y el techo está lleno de moscas”, describe.

Ante el argumento de que la empresa en efecto ha evidenciado mejoras en sus procesos de mitigación de malos olores, Venegas replica que “nosotros no podemos vivir con el sólo consuelo de una mejora, las familias de acá tienen derecho a vivir en un lugar libre de contaminación. A raíz de las denuncias que hemos presentado pudimos hacer una visita en conjunto con la autoridad, en noviembre de 2018, para constatar que el mal olor venía de ahí, es el mismo olor que nos llega todos los días”.

Compleja vecindad

Mucho antes que Carlos Venegas, el periodista y vecino del sector Ulises Lari también conformó grupos de defensa medioambiental y de contraparte a las empresas que han administrado el plantel.

“Estamos hablando de los tiempos en que los malos olores llegaban a Chillán Viejo y en ocasiones hasta Chillán. En esos años no existían los tratamientos que se han ido aplicando y teníamos problemas de moscas, ratas y todo tipo de vectores porque tampoco existían las leyes que hoy tenemos”, relata.

Dice ser testigo de los esfuerzos que han hecho cada una de las administraciones que pasaron por el criadero y sus consecuentes mejoras, sin embargo, sabe que tales progresos poco y nada benefician a quienes viven en las inmediaciones.

En ese contexto, sostiene que “los olores han disminuido, pero no en un 80% ni menos en un 90%, lo cierto es que aún persisten, especialmente en la noche. Ahora, yo vivo a unos cuatro kilómetros del plantel y si por un lado confirmo que todavía están los olores también afirmo que de ninguna manera es como antes, ya que antes era insoportable”.

Lari realizó múltiples visitas al plantel en conjunto con seremis y superintendentes, admitiendo en la labor realizada en el último tiempo por Maxagro, un esmero basado en inversión y el uso de alta tecnología, como nunca antes. Pero reconoce que con eso tampoco basta.

Reconociendo que la empresa ha hecho grandes esfuerzos, aplicando esos nuevos biodigestores, dice que lo más probable es que continúen las denuncias, “porque el sector, especialmente en el Quillay, se ha ido poblando aceleradamente, hoy hay mucha gente, lo que significa que aunque la empresa siga mejorando sus procesos, siempre le llegarán olores a las personas que viven más cerca. Si estamos hablando de 130 mil cerdos que orinan y defecan todos los días”.

Lari explica también que el proceso de la aplicación del biodigestato que utilizan para el control de olores, hace que el purín se torne líquido “y eso tienen que echarlo en alguna parte, entonces lo ocupan para regar y eso es lo que genera ese olor que les llega a los vecinos”.

Con tono de apercibimiento concluye que “por lo que he observado tras todos estos años, creo que va a llegar un momento en que se hará incompatible que puedan coexistir un plantel porcino de ese tamaño con todas las familias que siguen y siguen viniendo a vivir a esos loteos que han surgido en Quilmo Bajo, en el Quillay. Va a llegar un día en que la vecindad será imposible. La verdad, es que yo no le veo una solución a corto plazo, ni con la mejor tecnología del mundo”.

Proceso sancionatorio

En el ámbito de las dinámicas territoriales, nos encontramos con vecinos que llevan años y han visto todo el proceso, conocen el historial de cambios de dueño, de ampliaciones, de modificaciones y de infracciones; mientras que otros más nuevos, que han ido llegando por parcelaciones de loteos, quedando a dos kilómetros, un kilómetros o hasta 700 metros de distancia de las áreas de riego del plantel.

Y conforme a Carlos Lineros, superintendente de Medio Ambiente (SMA), esta es una dinámica territorial que se ha ido observando con mayor frecuencia desde los últimos diez años en diversos puntos del país. “Pasa con planteles porcinos, criadero de aves, aserraderos y muchos otros ejemplos”, advierte.

En este punto específico, la Superintendencia ha realizado múltiples fiscalizaciones a Maxagro e incluso instalaron estaciones de medición en los sectores residenciales para conocer el nivel de gases y otras emisiones que pueda despedir el plantel.

“Actualmente, nosotros tenemos en curso un proceso sancionatorio que se desarrolla con el rol D-60 del 2022, encontrando una serie de situaciones que, a juicio de esta superintendencia y de nuestra fiscalía tenían mérito suficiente como para iniciar este proceso sancionatorio”, detalló Lineros.

Dentro de las observaciones realizadas a la empresa por parte de la SMA destacan: manejo y disposición deficiente de purines, por no dar cumplimiento a los límites máximos comprometidos en la evaluación ambiental para el efluente aplicado en riego, según lo dispuesto en la Tabla N° 3 de esta resolución, generando emisiones atmosféricas significativas.

Operar con un sistema de sellado de gases deficiente para el biodigestor primario N°2, generando olores molestos, según consta en fiscalización de 28 de diciembre de 2020.

Y el operar con un sistema de sellado deficiente en el pozo de acumulación recría mirador, generando olores molestos, según consta en fiscalización de 11 de agosto de 2020.

La empresa se defiende

La Discusión se contactó con la gerencia de la empresa santiaguina Maxagro para solicitarle respuestas por las denuncias vecinales, siendo una de las más necesarias de aclarar la de qué tipo de procesos de control de olores manejan y qué porcentaje de efectividad tienen.

A través de un texto enviado por su unidad de comunicaciones, explicaron que “para nuestra empresa es prioritario realizar sus operaciones velando por el cuidado del medio ambiente y manteniendo siempre una relación cercana con las comunidades en su entorno. Por ello, realizamos capacitaciones e inversiones permanentes en tecnología de punta para, entre otras cosas, reducir al mínimo externalidades como los olores”.

Así, aseguran que durante los últimos años, se han implementado con resultados que califican de “exitosos”, algunas medidas como la instalación de biodigestores que permiten tratar y valorizar los residuos; sistemas automatizados de ventilación; tapado hermético de lagunas, pozos y acequias; implementación del sistema Envirosuite, que permite monitorear en detalle los olores, entre otros.

Conforme a información extraoficial, se trataría del mismo proceso y ejecutado con un nivel de tecnología similares a las aplicadas en países líderes en el rubro, como Holanda o Dinamarca.

Respecto de la situación puntual ocurrida el 20 de julio, la del derrame de purines en un canal que desemboca en el río Rucapequén y que motivó sanciones por parte de la autoridad, explicaron que se trató de una falla técnica.

Puntualizan que la falla se centró “en una bomba de impulsión, por lo cual se tomaron inmediatamente todas las medidas contempladas en el plan de contingencia para estos casos, aprobado en la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) del proyecto”.

Esto habría incluido la implementación inmediata de medidas correctivas, informadas a la Superintendencia del Medio Ambiente, a las autoridades de salud correspondientes y también a miembros de la comunidad.

“Gracias a esto, la situación fue resuelta en las siguientes horas y no se ha vuelto a repetir”, contestaron.

Se les preguntó si existen planes en un futuro próximo, para buscar fórmulas de mejorar los procesos de tratamiento de olores.

En respuesta dijeron que “sabemos que siempre es posible buscar nuevas y mejores fórmulas para avanzar hacia la mejora continua en todos los ámbitos de nuestra operación. Por ello, estamos atentos a nuevas tecnologías, y por lo mismo, fuimos pioneros en la implementación exitosa de los biodigestores. Esta convicción la mantenemos de forma permanente”.

Finalmente, respecto a las medidas adoptadas para no repetir los incidentes que derivaron en el derrame de purines en el río, aclaran que “estamos expectantes y esperamos que pronto la Contraloría tome razón de la nueva norma de olores, medida que permitirá contar con un marco regulatorio claro, para tranquilidad de las comunidades y de todos”.

Cuidado al comprar

Como añadido a este conflicto, el alcalde de Chillán Viejo, Jorge del Pozo, repasa la cantidad de problemas que la explosión habitacional que se ha experimentado en el extrarradio urbano de la comuna para enumerar traspiés como “los loteos brujos, la falta de agua, el mal estado de los caminos, los problemas con la basura y, ahora además, en estos sectores están afectados por el olor que despide el plantel porcino”.

Con base en ello es que llama a quienes están proyectando una vida fuera de la ciudad para que “barajen bien y con conocimiento las ventajas y desventajas que pueda tener cada sector. Acá ya hay una empresa que está instalada hace mucho tiempo con vecinos de Quillay de Rucapequén que trabajan ahí”.

El jefe comunal reitera que ellos sí están fiscalizando constantemente a la empresa y como resultado de este trabajo es que ya hay dos denuncias interpuestos a la Superintendencia del Medio Ambiente por lo del derrame de desechos contaminantes en los canales Quitasol y Cauquenes, que dan al río de Rucapequén.

“El agua iba cargada de oscuridad y de mal olor, entonces, los vecinos nos hicieron presente esto y nosotros de inmediato hicimos la reclamación y actualmente hay sumarios sanitarios, además en la empresa, después de eso limpió el canal”, afirmó Del Pozo.

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Felipe Ahumada

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