Señor Director:
El 17 de diciembre la ciudadanía está convocada a pronunciarse sobre el proyecto constitucional elaborado por un comité de expertos, modificado por el consejo constitucional elegido especialmente para este propósito. He recibido numerosos comunicados de amables lectores que me piden opinión sobre este punto, revelando una gran confusión.
En estricto rigor me parece que no debería existir tal confusión: una mayoría abrumadora rechazó la propuesta de la convención constituyente que se proponía llevar a Chile hacia una “democracia popular” como las que imperan en Cuba, Venezuela y Nicaragua. En ese marco se pretendía acabar de cuajo con la democracia liberal.
Los que rechazamos aquel intento refundacional lo hicimos defendiendo ciertos valores como la propiedad privada, la casa propia, la libertad de enseñanza, la propiedad de los fondos previsionales, entre otros puntos; pues bien, todas esas materias están garantizadas plenamente en el nuevo proyecto constitucional y algo muy importante que ahorra muchas disquisiciones: se consagran en la constitución los símbolos patrios que se pretendieron cancelar por quienes reniegan de nuestra historia, destruyen monumentos y museos, detestan a nuestras fuerzas armadas y quisieron convertir a Carabineros en una policía controlada por el poder político partidario.
Los tiempos que corren son muy claros: se está con el orden y la seguridad o se permite que la delincuencia y la corrupción terminen destruyendo a la nación chilena. Llegó la hora de decidir entre los derechos humanos de los delincuentes o los derechos humanos de la gente honesta que quiere trabajar y convivir en paz. No tengo la menor duda que la opción nacional está por aprobar el proyecto constitucional, basta poner atención a quienes se oponen y se verá que son los mismos que aplaudieron o guardaron silencio cuando la convención constituyente se pifió la canción nacional y se dijo directo al grano: hay que refundar Chile.
Alejandro Witker
Historiador
