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Más autos y más tacos

La Discusión

Los problemas de congestión y tránsito que presenta Chillán son materia de preocupación y malestar ciudadano, ubicándose hoy como el mayor defecto de Chillán.

El aumento del parque automotriz, por sobre los 62 mil vehículos, sumado a la dinámica expansión habitacional, plantean un gran desafío a la planificación urbana, más aún cuando el crecimiento de la comuna se ha realizado de manera desordenada, de modo que hoy sufrimos la ausencia de control efectivo sobre la vialidad asociada a decenas de conjuntos habitacionales y un plan de transporte que en los últimos 8 años tuvo muy pocos avances y fue más efectista que efectivo.

A lo anterior, hay que agregar a la población flotante, atraída por los servicios comerciales, educacionales, financieros y de salud radicados en Chillán y que ha sido estimada en 20 mil personas cada día. Ese flujo, lo mismo que el asociado a las actividades educacionales, se ha reactivado y está alcanzando niveles pre pandemia, con el agravante de que el parque automotor es mayor que el de hace 2 años.

Entre las causas de este aumento hay variables como los bajos precios de los autos de origen chino que entraron con fuerza al mercado en los últimos 5 años; la migración de muchos vecinos a los nuevos condominios rurales en las afueras de la ciudad y más recientemente, el temor a contagios, lo que desmotivó el uso del transporte público y el aumento de los autos particulares en las calles. Las concesionarias de Ñuble reportan un alza en las ventas de 17% en medio de la crisis sanitaria.

Según datos del municipio de Chillán, en 2005 circulaban poco más de 19 mil vehículos y en 2015 ya la cifra superaba los 40 mil, mientras que en los 5 años siguientes sumó otros 20 mil automóviles. Sin embargo, esa dinámica se ha amplificado y se estima que cada año la ciudad incorpora 10 mil nuevos vehículos, por lo tanto, de aquí al 2025 vamos a tener por lo menos 30 mil autos más en las calles, estiman especialistas locales.

El evidente colapso de la vialidad local exige redoblar los esfuerzos por sacar adelante la batería de soluciones anunciadas, con mayor compromiso de los diferentes actores políticos que deben representar ante el nivel central la urgente necesidad de una planeación financiera especial para enfrentar el rezago de Chillán, como también mayor severidad en las exigencias para los nuevos proyectos inmobiliarios en cuanto a realizar obras de conectividad, estacionamientos y calles.

De la mano de lo anterior, se necesita romper el inmovilismo en materia de política de transporte, cuestión que depende del municipio y el gobierno regional.

Una estrategia de mayor profundidad y alcance es lo que la capital de Ñuble necesita; un proyecto totalizador donde converjan todos los actores –sociedad civil incluida- y sin apresurados parches que a la postre nada resuelven.

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