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Lo que hay detrás de las dinastías familiares en política

Las elecciones de fin de año están a la vuelta de la esquina. Muchos de los candidatos son rostros nuevos y otros se repiten, en solitario o pertenecientes a “dinastías familiares políticas” a juicio de los entendidos en ciencias políticas. Por ejemplo, durante los últimos días ha sido comentario obligado la nueva candidatura de Marco Henríquez-Ominami.

En Biobío y Ñuble, mientras tanto, es de conocimiento público los intentos de algunos nombres conocidos por seguir en el ruedo.

Es el comentado caso de la senadora Jacqueline van Rysselberghe, quien ahora buscará representar a Ñuble en el Parlamento, para dejarle su cupo en Biobío a su hermano Enrique.

¿Qué hay detrás de todo esto? Cuestionable o no, son las reglas del juego, unas que se han intentado cambiar con la ley para limitar las reelecciones.

Mucho se habla que la renovación es clave para no caer en el nepotismo, definido según la RAE como desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos.

Bien podría agregarse el “amiguismo” o también el tráfico de influencias, como ha quedado en evidencia en los casos de financiamiento irregular. Con leyes que hoy buscan ser anuladas como la relativa al sector pesquero. Y algunos creen que algunos candidatos buscan recibir ingresos por voto.

La politóloga de la Universidad de Concepción, Jeanne W. Simon, opinó que hay de todo un poco y que el fenómeno no solamente pasa en Chile.

“Cuando uno va mirando se ve que hay cierta dinastía política y eso se mantienen en el tiempo. Pensemos en el nombre de Alessandri, en el nombre de Frei y aquí en la Región claramente hay una serie de nombres que se van transformando como una empresa familiar política, concepto que he escuchado. Y eso tiene que ver con el rechazo que se tiene hacia los partidos y en la confianza que hay sobre ciertos políticos”, analizó la especialista.

Entonces, a su juicio, “hay una confianza hacia una figura que dice que si su hermano o su hijo puede ser un aporte, se va traspasando el capital político hacia otro miembro de la familia. En Chile es muy común”.

En la tarde del viernes el candidato a senador Enrique van Rysselbergue declaró a los votantes: “Formamos parte de una familia que viene trabajando en el tema público de hace generaciones”.

Eso sí, el fenómeno no distingue colores políticos ni latitudes. “Pasa en Estados Unidos. Cuántos años han pasado y el apellido Kennedy aún tiene peso”, aclaró Simon.

Y volviendo a Chile, la doctora indicó que esto “puede ser positivo o negativo, pero da la sensación de que hay un exceso especial hacia ciertos cargos y es una característica de una política que se ha transformado en una más personalista por sobre programática”.

Texto: Felipe Placencia- Diario Concepción

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