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Las historias de las víctimas de la dictadura detrás de los sitios de memoria en Ñuble

Cristian Cáceres

En Ñuble hay puntos de encuentro y reflexión que permiten recordar a las víctimas de la dictadura, lugares que se constituyeron como símbolos alusivos a una época oscura que comienza del 11 de septiembre de 1973. Se estima que, tras el quiebre de la democracia, 84 personas de la entonces provincia fueron detenidas, ejecutadas y desaparecidas, siendo 26 de ellas encontradas.

El Parque de la Meditación, El puente Confluencia y el Memorial del Puente El Ala son monumentos públicos y algunos de los refugios, a nivel local, de quienes comparten las heridas del pasado por una justicia que tardó en llegar y que para otros continúa siendo esquiva.

En palabras de la coordinadora de DD.HH de Ñuble, Teresa Retamal, estos lugares son testimonio de un episodio de la historia que debe llamar a las futuras generaciones a reflexionar en torno a compatriotas asesinados por pensar distinto al régimen. Asimismo, deben ser vistos como referentes que ayudan a mantener vigentes los casos de ñublensinos aún sin cerrar y sin pistas del paradero, a 50 años del golpe de Estado.

“No tan solo son necesarios para los familiares de los detenidos desaparecidos y ejecutados. También para no borrar la historia y la sociedad tiene el deber moral de saber qué pasó con ellos y por qué son sitios de memoria. Además, es un deber del Estado, porque quienes los hicieron desaparecer, torturaron y cometieron estos horrendos crímenes fueron agentes del Estado. Era una deuda pendiente”, enfatiza.

Por ello, una preocupación permanente de las familias ha sido la mantención y conservación de estos espacios, que, en algunos casos, no ha sido la esperada, en particular, respecto al memorial Puente El Ala, que, en el pasado, según la representante, no recibió un tratamiento adecuado, el que esperan revertir ahorra con la declaratoria de monumento.

“Casi todos, excepto el memorial del cementerio y de Brasil, los otros no tienen mantenimiento, porque las municipalidades, a quienes les corresponde, no se hacen cargo. Por eso, hicimos un levantamiento de expediente para que se levantara como monumento el memorial del Puente El Ala y ahora tiene la obligación de hacerse cargo la Municipalidad de San Nicolás de la limpieza y conservación. Pero eso no significa que vamos a dejar de hacerlo, siempre lo hemos hecho. Para que cuando vaya un grupo o colegio no tengan que estar haciendo aseo antes de un acto. Muchas veces antes de una conmemoración hemos tenido que estar haciendo aseo (…) Con el anterior alcalde tuvimos varias audiencias y nunca se hizo cargo. Nos costó mucho. Se autorizó para que se instalara una micro dentro del sitio de memoria, que la tuvo muchos años ahí vendiendo comida rápida. Lo que no correspondía”, expone.

Parque de la Meditación Chillán

Ubicado en la Avenida Brasil, entre las calles Libertad y Vega de Saldías, frente a la estación de trenes en Chillán, se encuentra el Parque de la Meditación, que nace a petición de las familias de detenidos desaparecidos y se materializa en 2007 con apoyo de la municipalidad e instituciones del gobierno.

“Se escogió ese lugar porque había una mayor afluencia de público, funciona el ferrocarril y además es un espacio que representaba todas las necesidades que teníamos para un memorial. Hicimos posesión del terreno con una piedra laja con los nombres de los compañeros que mandamos a hacer con nuestros recursos y eso fue lo primero que instaló. Durante el primer periodo de alcalde de Aldo Bernucci postulamos a un concurso bajo la municipalidad, se asesoró y se construyó ese parque. Nosotros elegimos el diseño de un total de tres propuestas”, recuerda.

Fue en cercanías de ese espacio y hace 50 años atrás que se perdió el rastro de Leopoldo López Rivas, zapatero, militante del PC y esposo de Rosario Peña, presidenta de la Agrupación de Detenidos Desaparecidos, quien a sus 89 años y en delicado estado de salud, aún no sabe el destino de su pareja, tras décadas de búsqueda sin respuestas.

Su hija mayor de seis en total, Maya Gutiérrez, costurera de oficio, tenía 12 años cuando fuerzas armadas buscaron a su padre, primero en su hogar y luego en el taller donde finalmente lo capturaron. Hoy desde su casa en la Población Vicente Pérez, donde cuida a Rosario, reconstruye ese momento.

“El 23 de septiembre de 1973, a mi papá lo fueron a buscar a la casa como 100 carabineros y militares. Yo no estaba a esa hora, me enteré por una vecina que lo andaban buscando. Mi mamá había parido recién a su último hijo, que cumplió ahora 50 años. Le pusieron una metralleta en el estómago y del susto dejó de amamantar. Fueron momentos terribles. Fue detenido frente a la estación, porque ahí tenía su taller. Él trabajaba con otra persona, quien contó que lo tomaron al medio de la calle y lo tiraron en una micro. Mi mamá sabía que estaba en la Segunda Comisaría y al otro día como a las 12 fuimos a dejarle un abrigo y un pañuelo que yo llevaba. El carabinero que estaba en la puerta nos confirmó que estaba Leopoldo y nos dijo que estuviéramos tranquilas, porque se iba ir luego. A mi me tocó la cabeza y me dijo: ‘tu papá va a estar almorzando contigo’. Nunca más apareció”, detalla.

Maya cuenta que transcurrido el tiempo pasaron muchas carencias. Mientras su madre acudía a cada lugar por alguna pista, ella debía encargarse de sus hermanos, por lo que debió dejar inconclusos sus estudios básicos. “Mi mamá se dedicó a buscar a mi papi. Estuvo hasta en la Isla Quiriquina, Santa María, en distintos lugares dónde le decía que podía estar. Ella dejó todo por él. Mis hermanos igual tuvieron que dedicarse a llevar bolsos en el centro a cambio de unas monedas y ayudarnos a comprar el pan del día”, añade.

A 50 años de lo ocurrido para Maya, los memoriales cumplen un rol especial para las nuevas generaciones. “Sirven para que la juventud sepa lo que pasó hace 50 años y esos monumentos sirven para que reflexionen y alcancen a darse cuenta que esto afectó a mucha gente, que hubo una dictadura donde mataron gente inocente”, dice.

Asimismo, estima que es necesario mayor rigurosidad en la mantención de estos espacios en señal de respeto a las víctimas, en especial aquellos localizados fuera del radio urbano. “Una vez al año se acuerdan que recién están los monumentos, porque el de Puente El Ala ha estado años mal cuidado. En este lo están limpiando porque estamos cumpliendo los 50 años, pero anteriormente era un pastizal, la misma gente estuvo arreglando un poco. No hay gente dedicada como en el parque de Chillán”, comenta.

Puente Confluencia

La estructura de madera, que une Chillán y Portezuelo, fue declarada Monumento Histórico en 2016. Hoy convertido en paseo peatonal desde 2022, en el pasado permitió un activo intercambio comercial. Fueron los vecinos que solicitaron su declaratoria para evitar que fuera demolido. A través del tiempo ha sido reparado por su antigüedad y objeto de incendios, que han afectado profundamente a la comunidad por ser el viaducto parte de la identidad e historia de Confluencia. Se reconoce como un lugar de violación de DDHH, ya que fue asesinado el dirigente vecinal y socialista Orlando Riffo (33), tras ser secuestrado frente a sus hijos en septiembre de 1973.

Su hija, Jacqueline, quien sigue viviendo en la localidad junto a otros tres hermanos de un total de seis, mantiene patente en la retina el momento de la detención de su papá, quien trabajaba reparando puentes y caminos, y como dirigente ayudó a gestionar servicios básicos.

“Nos invitó a tomar bebida a media cuadra de mi casa, en un negocio frente al puente. Ese día andaba pagado y fuimos todos los hermanos. Estábamos en el negocio y en ese momento apareció carabineros, le apuntaron con una metralleta y lo subieron atrás de la camioneta. Le amarraron las manos y se lo llevaron. Del susto salimos arrancando, de un lado a otro. Luego de eso nunca más lo volvimos a ver en vida. Un vecino lo encontró en el puente muerto. Pidieron autorización para levantarlo y lo llevaron a la autopsia, lo hicieron enterrar inmediatamente, sin cajón. Gracias a su hermano le hicieron la autopsia, porque era de la Armada. Él falleció por un proyectil balístico que ingresó por la boca y salió por el cráneo”, recuerda Jacqueline, quien tenía 5 años en esa fecha.

Según sostiene su caso quedó inconcluso y hasta ahora no hay culpables. “Hubo un tiempo que sí se quiso hacer justicia, porque ella (mamá) se acordaba de dos carabineros, pero uno había muerto y con él otro no pasó nada. Mi mamá no quiso ir más a los tribunales, se ponía nerviosa, le venían esos recuerdos, porque fue allanada, pensaban que mi papá tenía armas. Nunca encontraron nada. Nadie la quiso ayudar, ni su familia, por miedo a ser perseguidos”, añade.

No sería la única víctima en el Puente Confluencia, comparte Teresa Retamal. “Bartolomé Salazar era un profesor que había llegado de Curicó y estaba haciendo clases en el Liceo de Niñas hace cuatro meses. Vivía en Chillán. Lo tomaron, estuvo varios días desaparecido y después lo encontraron en el puente Confluencia un 28 de abril de 1974. Era del MIR”, complementa.

Para la dirigenta de la Junta de Vecinos de Confluencia, Prosperina Martínez, el caso merece un homenaje especial. A su juicio, Orlando fue actor clave en el desarrollo del sector.

“Ese hecho nos ayudó que fuera monumento, porque le dio más peso al argumento. Parte de su familia está en Confluencia y ellos de repente van ahí donde lo lanzaron. Se necesita que haya una plaquita con su nombre, porque él es un hijo de aquí y uno de los grandes dirigentes. Para sanar las heridas de sus hijos, aunque sea tan poco, es un gesto simbólico. Porque fue harto grave y fuerte (…) En ese tiempo había que hacer ‘colas’ para comprar y él trataba de conseguir alimentos y sobre todo leche para los niños de la localidad. Él ayudó a formar el campamento y después consiguió las mediaguas para las primeras familias que llegaron”, valora.

Si bien se han efectuado reparaciones de los tablones y barandas del puente, la dirigenta estima que debía contar con un fondo especial para estas labores, que son requeridas en el tiempo. “Tiene tablones que se van pudriendo con el tiempo. Igual necesita mantención, que lo valoren más. De hecho, hay un grupo de jóvenes que se preocupan, pero faltan lucas, porque al declararlo monumento es complicado conseguir plata para la mantención. Que todo monumento que es declarado debería tener un fondo para eso. Se hizo una reparación, pero fue para los tablones más malos y ahora hay malos de nuevo”, recalca.

Puente El Ala

En mayo pasado el Memorial del Puente El Ala se convirtió en monumento histórico. En ese lugar al menos nueve personas fueron encontradas a orillas del río en diciembre de 1973. Entre ellos, estaba Patricio Weitzel, relojero, quien había desaparecido en octubre del mismo año desde su domicilio, cuando fue detenido por las fuerzas militares.

Se trata de un caso emblemático, un chillanejo de 26 años, quien fue encontrado por su padre Mario luego que una campesina fuera a su local del mercado a reparar un reloj destruido. Al reconocer que era de “Pato”, su impresión fue tal que ella huyó asustada, siendo perseguida por él hasta el puente donde el padre de la joven, quien sustrajo el reloj para venderlo, llevó a Mario hasta el sitio del hallazgo, donde ocultó el cuerpo de su hijo y sacó objetos personales de otros cuerpos que fueran posible de reconocer.

Este caso inspiró el libro “Puente El Ala y la memoria del río”, escrito por Ruby Weitzel, hermana del joven ejecutado. La necesidad de plasmar la historia personal en el papel, llevó a la periodista a relatar lo que describe como el primer hallazgo masivo de detenidos desaparecidos en esa época, destacando el valor de ese sitio de memoria, donde hay un estructura con rieles construida en 1996 en homenaje.

“Cuando estaba haciendo el libro quería colocar todos los sitios de memoria de Chillán. Creo que son muy importantes y sobre todo como lo están manteniendo, como está de lindo el puente El Ala y el Parque de la Meditación y el que está en el cementerio. Mi hermano cada vez que va dejar un clavel al Pato fue al memorial de los detenidos desaparecidos y eso es lo que tenemos que entregar a nuestros descendientes, amigos y colegas, transmitirlo para que no se borre, para que no se olvide”, expresa.

Para la seremi de las Culturas, Scarlet Hidalgo, los espacios de memoria y monumentos son “se convierten en una expresión de la historia reciente del país, de la represión como política de Estado y de las memorias de las víctimas de violaciones a los derechos humanos, de esas personas que perdieron su libertad de vivir la democracia. Su preservación en el tiempo es una contribución a la educación y promoción de los derechos humanos del conjunto de la sociedad, como una expresión de la obligación estatal de garantizar la verdad de los hechos, reparar simbólicamente a la víctimas, sus familiares, a la sociedad en su conjunto y generar garantías efectivas de no repetición en el ámbito de la cultura y el patrimonio”.

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