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El desafío de corregir el modelo económico para elevar el bienestar

Cristian Cáceres

A 50 años del golpe de Estado, persisten las divisiones en la sociedad respecto del modelo económico liberal implantado durante el régimen militar, pese a las estadísticas favorables que confirman el llamado “milagro de la economía chilena”, como, por ejemplo, la reducción de la pobreza y de la inflación, y el aumento del tamaño de la economía, de las exportaciones, del PIB per cápita, del Índice de Desarrollo Humano y del acceso a la educación superior, entre otras.

A partir de 1975 y hasta mediados de los ochenta, el régimen militar comenzó a implementar potentes reformas liberales en Chile, con el objetivo de introducir mayores niveles de libertad económica que permitieran sacar al país de la crisis. La apertura al comercio exterior, las reformas laborales, el Código Minero, la creación de las AFP y de las isapres, el Código de Aguas, la privatización de empresas públicas, entre otras medidas, tuvieron un efecto de shock negativo en un principio, pero, con el paso del tiempo, llevaron a la economía chilena por un rumbo de crecimiento que se extendió hasta mediados de la década pasada.

El modelo liberal, ajustado a la realidad chilena de la mano de economistas que asesoraron e integraron el gobierno, también ha evidenciado algunas fallas, principalmente en materia de concentración de mercados y abusos contra los consumidores y las pequeñas empresas, graves daños al medio ambiente, desprotección de sectores vulnerables y desigualdad de oportunidades y de acceso a servicios básicos, las que no se han ido corrigiendo a la velocidad que la ciudadanía espera, generando malestar en la población, lo que se hizo evidente en el estallido social de 2019, disconformidad que se canalizó, de manera institucional, a través de un proceso constitucional, cuyo proyecto de nueva constitución planteaba un cambio de modelo económico hacia lo que se denomina Estado de Bienestar. Pese a que dicho proyecto fue rechazado de manera abrumadora por la ciudadanía en 2022, la pugna ideológica entre los que plantean una mayor presencia del estado en la satisfacción de necesidades y aquellos que son partidarios de un estado más pequeño, sigue vigente, de hecho, no son pocos los que proponen derechamente el modelo económico centralmente planificado, similar al que la Unidad Popular intentó implantar.

Desafíos pendientes

El académico de la Escuela de Administración y Negocios (EAN) de la Universidad de Concepción, Dr. Roberto Herrera Cofré, sostuvo que Chile enfrenta cuatro principales desafíos que contribuirán a perfeccionar los resultados del actual modelo.

“Uno de los temas más destacados es la persistente desigualdad económica. A pesar de los avances en el desarrollo económico, la brecha entre los más ricos y los más pobres sigue siendo significativa. Esto ha desencadenado una serie de protestas sociales y ha llevado a un clamor por abordar esta desigualdad de manera más efectiva. La disparidad económica se manifiesta en la vida cotidiana de los chilenos, desde el acceso a una educación de calidad en la etapa escolar o por ejemplo a una atención médica oportuna”, subrayó Herrera.

El investigador planteó que, “otro punto económico relevante es la dependencia histórica de Chile de la exportación de recursos naturales, en particular el cobre, es otro desafío a considerar. Aunque esta dependencia ha brindado estabilidad económica en ciertos momentos, también ha dejado al país vulnerable a las fluctuaciones en los precios internacionales de estos recursos. Esto resalta la necesidad de diversificar la economía y trabajar en la sostenibilidad a largo plazo”.

También manifestó que, “el sistema de pensiones chileno, basado en cuentas de capitalización individual, ha sido objeto de críticas debido a las bajas pensiones que ofrece a muchos jubilados. Esta situación ha generado una creciente demanda de reformas para garantizar pensiones más dignas y una seguridad financiera adecuada para la tercera edad”.

Finalmente, Herrera apuntó que “las disparidades regionales vinculadas a un exagerado centralismo arrojan una sombra sobre el modelo económico. Estas diferencias regionales se basan en que algunas áreas han experimentado un rápido desarrollo económico en contraste con otras, generando desigualdades geográficas en oportunidades y calidad de vida. Importante destacar que el centralismo no solo afecta a las regiones, sino que también es inviable para la Región Metropolitana”.

“En resumen, Chile ha logrado avances notables en su modelo económico, pero enfrenta desafíos cruciales que requieren un debate serio. Tal como; la desigualdad persistente en los ingresos y también en el acceso oportuno a educación y salud de calidad, la dependencia de recursos naturales, el sistema de pensiones y las disparidades regionales son cuestiones esenciales que exigen atención y reformas para lograr un desarrollo más equitativo y cohesión social en todo el país”, añadió el experto.

Modelo mixto

Y si bien en el debate público persiste la pugna ideológica entre los defensores y detractores del modelo, el Dr. César Salazar Espinoza, docente de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad del Bío-Bío, aseguró que la discusión maniqueísta entre un modelo de libre mercado o capitalista y un modelo centralmente planificado “ha quedado atrás desde el punto de vista académico. Uno ha aprendido de ambos y hoy día lo que domina es un sistema económico mixto, que tiene cosas de ambos modelos. Hoy en día no se cuestiona mucho la importancia de los mercados para asignar los recursos de manera suficiente, para generar procesos de innovación, los incentivos que generan los mercados para que se mejore cada vez más las empresas, y los consumidores tengamos acceso a más bienes y servicios. Eso no se cuestiona tanto, lo que se cuestiona es que los mercados fallan, no son perfectos, tienen distintas fallas, que tienen que ver con la falta de regulación de la economía, con la contaminación, con los abusos, con precios que no son justos y con la desigualdad de ingresos, entre otras materias. Y en ese sentido, ahí uno aprende más de un modelo más de planificación central. Esas son las cosas que, entiendo, en este modelo económico de mercado, que fue fundado en la dictadura, todavía no han sido completamente corregidas. Por eso aún persiste esta crítica, esta pugna ideológica, donde tenemos que meterle un poquito más de regulación a estas fallas, reconocer que hay fallas de mercado y, por tanto, tratar de generar políticas, incentivos, subsidios, impuestos, regulaciones, normas que puedan corregir estas fallas, que son muchas”.

Salazar, quien es también investigador del Centro de Estudios Ñuble, aseveró que “hemos avanzado en los últimos diez años. Este sistema de libre mercado que fue fundado en la dictadura, claramente no es el mismo. Hay más regulaciones en materia laboral y en temas ambientales, una estructura tributaria que tiende a ser progresiva, gravando a los más ricos y transfiriendo recursos a los más vulnerables; la educación también ha avanzado como bien público, financiando la educación gratuita. Pero hay algunos aspectos que todavía faltan, por ejemplo, el tema de algunos recursos naturales, como los derechos de agua; en eso se puede ir avanzando”.

En ese sentido, descartó que las reformas de los últimos diez años pudieran haber reducido la libertad económica y el crecimiento. “Al revés, un modelo completamente imperfecto, siguiendo la lógica del mercado, no genera crecimiento, también genera problemas para el crecimiento. Y por tanto, estas reformas que se han llevado a cabo tienen que ver con corregir algunas fallas de mercado, pero también poder promover la competencia y por tanto, eso también puede fortalecer el crecimiento económico. Yo creo que el modelo se ha ido ajustando a las mayores exigencias de la sociedad de hoy día, donde nosotros estamos en un contexto donde hay cosas que antes no importaban mucho, por ejemplo, la relación con el medio ambiente, la equidad intergeneracional, la desigualdad de los ingresos, todas estas cosas hoy son más importantes que antes, por lo tanto, se ha ido perfeccionando el modelo para que puedan resolverse o puedan enfrentarse o reconocerse”, concluyó.

Ineficiencia del Estado

Ricardo Salman Aburdene, presidente de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) Chillán, destacó que “este modelo ha permitido al país reducir la pobreza, aumentar el ingreso per cápita y avanzar significativamente en el Índice de Desarrollo Humano. Esto fue posible gracias a un modelo que valora la inversión y en el cual el sector privado, con su iniciativa, recursos y esfuerzo, ha sido el protagonista en estas décadas. La experiencia mundial nos muestra que cuanto más espacio se le otorga al sector privado en la economía, mayor es el desarrollo y el bienestar para la población. Esto, en Chile, se inició con el impulso y la posterior privatización de empresas públicas, lo que permitió al Estado percibir recursos con sus ventas y una mayor eficiencia en las empresas. Al darle un mayor espacio al sector privado en la minería, el fisco pudo percibir recursos varias veces mayores que los que entregaba Codelco, demostrando que lo que crecía en Codelco era su deuda y su ineficiencia”.

En esa línea, sentenció que “la falla no está en el modelo en sí, ya que ha permitido el crecimiento de ingresos para las empresas y las familias, sino en la asignación de recursos y la ineficiencia del Estado. Con una mayor focalización y eficiencia en el gasto público, podríamos avanzar de mejor manera en servicios de calidad y oportunidades en áreas como la salud, educación y seguridad. Aunque estos presupuestos han crecido considerablemente, los recursos no siempre se utilizan de manera eficiente, lo que exige mejorar la eficiencia y eliminar proyectos mal evaluados”.

El líder gremial expuso que “se critica al modelo por la persistente desigualdad de ingresos, pero el modelo de libertad económica, emprendimiento y crecimiento económico ha permitido que, según el índice de Gini, la desigualdad disminuya. La relación entre crecimiento económico y reducción de la desigualdad es directa: cuando hemos tenido un mayor crecimiento, hemos experimentado una mayor reducción de la desigualdad de ingresos”.

“La reducción de la desigualdad se aprecia hasta 2015, cuando el índice de Gini alcanzó 44,4, en comparación con los 57,2 de la década de 1990 -continuó Salman-. Sin embargo, a partir de 2015, las reformas tributarias han ralentizado el crecimiento económico y aumentado la desigualdad. En 2020, el indicador de desigualdad aumentó a 44,9. Por lo tanto, la crítica de que el modelo económico causa desigualdad de ingresos no se sostiene”.

De igual manera, el timonel de la CChC Chillán reconoció que “los problemas medioambientales y la explotación de recursos naturales son cuestiones que deben abordarse con regulaciones adecuadas para equilibrar la protección del medio ambiente y la inversión económica. La crítica no debe atribuirse al modelo económico liberal, sino a la necesidad de una regulación adecuada que proteja, pero que tampoco paralice las inversiones”.

Asimismo, argumentó que “la demanda de una mayor protección social no está relacionada con el modelo económico, sino con la capacidad de ahorro de las familias y los incentivos para ello. Un sistema de capitalización individual puede fomentar el ahorro y, en última instancia, brindar mayores ingresos para la jubilación”.

Consultado por el impacto de las reformas implementadas en los últimos diez años, Ricardo Salman planteó que “todas estas reformas, ya sean tributarias, laborales, educacionales o de aguas, han contribuido a socavar el modelo de libertad económica y la iniciativa privada. Estas medidas han limitado la oferta de bienes y servicios de calidad, aumentando los costos y desincentivando la oferta económica. La reforma laboral, por ejemplo, ha generado una precariedad laboral al limitar el empleo formal y, en última instancia, ha resultado en un costo neto para el Estado, al no estar estas personas aportando al sistema de protección social”.

“Lamentablemente, desde 2013-2014, estas reformas han marcado un punto de inflexión. Se cambió el enfoque de la inversión por la redistribución, lo que ha detenido el crecimiento económico y ha alejado la posibilidad de alcanzar un Estado de bienestar real. Para lograr un Estado de bienestar, es crucial volver al modelo neoliberal, incentivando la inversión y el trabajo mediante la reducción de impuestos”, puntualizó.

“La prueba más evidente de los beneficios del modelo neoliberal se refleja en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que mide no solo el ingreso per cápita, sino también la calidad de la educación, la salud y la longevidad. Pasamos de un IDH de 0,70 en la década de 1990 a 0,84 en 2014, demostrando un progreso significativo. Sin embargo, a partir de 2015, debido a las reformas tributarias y la falta de crecimiento económico, el IDH ha estancado su mejora y corre el riesgo de disminuir”, cerró el dirigente empresarial.

Mejorar el modelo

Daniela Catalán Ramírez, académica de Ingeniería Comercial de la Universidad San Sebastián, expresó que “el modelo económico implantado en Chile hizo que el país haya crecido durante un par de décadas a altas tasas, lo que permitió sacar de la pobreza a un porcentaje importante de la población como también mejoró el acceso a bienes y servicios, un ejemplo es el relevante aumento de la cobertura en educación superior. No obstante, a pesar de los avances logrados y la indesmentible mejora en el bienestar de la población, tenemos espacios de mejora, sobre todo, en la distribución del ingreso y la concentración de la riqueza. Considero que la población, más que quejarse por el modelo, espera que el país vuelva a crecer a altas tasas, lo que se traducirá en empleos de buena calidad y acceso al consumo. Un desafío pendiente es otorgar a la población certezas en momentos de fragilidad como la enfermedad, la vejez y la cesantía, aquello no pasa por un cambio de modelo, sino por mejorar el crecimiento, la competitividad y la inversión, lo que se logra con una institucionalidad sólida que promueva el crecimiento sostenible y equitativo”.

Asimismo, Catalán postuló que “el desafío radica en encontrar un equilibrio entre la libertad económica y la búsqueda del bienestar social. Las reformas que se han generado durante años han logrado avances importantes en desafíos como la desigualdad de ingresos, la educación accesible y la protección de recursos naturales, pero también es necesario siempre considerar cómo afectan la inversión y la competitividad económica”.

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