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Haz luminoso

Señor Director:

Existen profesores y maestros. Los maestros se diferencian de los primeros por dejar profundas huellas en sus alumnos. Siempre que he hablado con jóvenes alumnos o exalumnos de Juan Gabriel Araya Grandón (Iquique 1937-Santiago 2022), me ha parecido que están surcados por un meridiano común, por un maestro significativo, cuya impronta indeleble está presente en sus vidas. Él ha tatuado sus corazones y mentes con la palabra, con la forma de enseñarles sus conocimientos de la literatura y de la vida, la sencillez, el amor y la pasión por lo que hacen. Frases como: “La vida es un privilegio” o “Si tu corazón no danza con las palabras, no sirven”, los marcaron a fuego, junto con el humor, sus apodos especiales y el cariño que les prodigaba.

Paulina Umanzor señala: “Los grandes se conocen una sola vez, te inspiran y dan alas para que crezcas; ese era el profesor, maestro de maestros Juan Gabriel Araya, un hombre no solo de letras sino de corazón noble…Tu paso por esta tierra fue la misma parábola de los talentos hecha carne…” y Wilbert Gallegos: “No hay palabras para describir cuando uno de tus referentes comienza su viaje hacia la eternidad”.

Jóvenes alumnas (os), pensaban que era eterno su profesor Arayita, el gaucho… Y ¡tienen toda la razón, es eterno.

Alicia Romero Silva

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