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García dirige con severa artrosis de cadera y arrastrando secuelas del Covid-19

Jaime García, técnico de Ñublense, cojea visiblemente cuando camina rumbo a la banca, al campo de juego o se retira de la cancha enfilando hacia camarines.

La postal se viene repitiendo hace más de un semestre y en el pasado choque con Colo Colo no fue la excepción.

Esta vez, su dolor fue más intenso y no fue capaz de recorrer el largo trecho que separa la cancha de la sala de conferencias y de la zona de vestuarios, por lo que le pidió a su ayudante técnico Diego Santelices que hiciera el balance del triunfo por 1-0 sobre Ñublense ante los medios de prensa.

“No aguantaba el dolor. Me duele tanto que una vez que me siento un rato, ya pararme es un dolor intenso y mantenerme mucho tiempo de pie también. En el Monumental las distancias entre la cancha y la zona de vestuario que hay que subir un poco y de ahí a la zona de conferencia, no es corta, y el dolor ya era mucho”, detalla el entrenador de los “diablos rojos, quien por seguir al mando del equipo y terminar este torneo, ha postergado su salud.

Artrosis de cadera

El entrenador oriundo de Cartagena arrastra una severa artrosis de cadera que le genera una cojera persistente por el doloroso roce del desgastado hueso de la zona al caminar.

Debió someterse a una cirugía hace más de seis meses, pero Jaime García optó por postergarla e infiltrarse con el fin de tolerar el dolor y seguir dirigiendo al conjunto de los “diablos” en el competitivo e irregular torneo de la Primera A del fútbol chileno.

La excesiva movilidad, incluso, en los entrenamientos, le genera molestia y dolor, por lo que el aporte de sus ayudantes en las prácticas también ha sido importante para evitar que movimientos bruscos sigan perjudicando la estructura ósea de su cadera.

“Ya vi un especialista en Concepción y me tengo que operar, eso lo tengo claro, no puedo seguir esperando, pero primero quiero finalizar este proceso de la mejor manera”, comenta García, quien en cada partido y práctica hace un esfuerzo para caminar soportando el dolor.

Secuelas del Covid-19

Eso no es todo.  El director técnico del Rojo, también arrastra secuelas del Covid-19.

El año pasado se contagió con el virus tras un brote en el plantel y estuvo luchando por su vida internado en el Hospital Herminda Martín de Chillán.

Apenas lo dieron de alta, quiso estar en cancha, desatendiendo la sugerencia médica que le indicaba reposo porque el equipo se jugaba el ascenso y el título.

A los cinco días después estaba dirigiendo en Santa Cruz y con inhalador en mano tuvo que enfrentar un repentino ahogo por falta de oxígeno.

Hoy, a raíz de una de las secuelas, se ha visto afectada su presión sanguínea, pues sufre de hipertensión arterial y además, su sistema coronario.

Pero el “Búfalo” no quiere parar hasta que vea a Ñublense consolidado como un equipo respetado en Primera A.

“Espero operarme finalizado el campeonato”, sentencia, antes de comenzar a cojear.

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