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El futuro del patrimonio franciscano ante la partida de los frailes de Chillán

Este fin de semana la Congregación San Francisco se despidió definitivamente de la ciudad tras siglos de presencia en Chillán, y lo hizo a través de una misa que se realizó este domingo en el Templo Franciscano. Los frailes abandonaron la ciudad que prácticamente vieron nacer y de inmediato surgieron dudas respecto del patrimonio cultural que albergaban y los proyectos que en definitiva se estaban ejecutando para asegurar el resguardo de todos los bienes entre libros, imágenes religiosas y documentos que están estrechamente ligados a la historia de la región.

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A partir de ahora, la animación pastoral continuará bajo la administración de la Parroquia El Sagrario y la propia comunidad laica que se ha organizado para continuar con las actividades del templo.

Historia

La presencia de la Orden Franciscana en Chillán se remonta a 1585, solo 5 años luego que San Bartolomé de Chillán fuese fundada por Martín Ruíz de Gamboa. Tras el terremoto de 1835, la orden se trasladó junto con la ciudad y fue levantado una vez más el Convento en el lugar que permanece hasta hoy. En 1907, a cargo del arquitecto Eduardo Provasoli, comenzó la construcción de la Iglesia, obra que tardó 20 años en ser finalizada y que destruyó parcialmente el terremoto de 1939.

En 2010 un nuevo terremoto golpeó a Ñuble y como consecuencia la Biblioteca San Francisco tuvo que ser trasladada al Archivo de Documentación Patrimonial de la Universidad de Talca, lugar donde hoy los miles de libros y documentos que la componían aprovechan de ser digitalizados a la espera que el Conjunto cuente con un espacio capacitado tecnológicamente para albergar los textos. Así también, el Museo San Francisco tuvo que cerrar sus puertas, ya que sus instalaciones sufrieron daños que no permitieron continuar exhibiendo los objetos, ni tampoco recibir a visitantes.

¿Qué pasará con el patrimonio franciscano ahora que los frailes dejaron de conducir el templo y la comunidad? Partimos precisamente en el Centro de Documentación Patrimonial de la Universidad de Talca, el que actualmente está conservando seis mil libros y documentos. Su director, Eduardo Bravo, dijo a La Discusión que en enero del 2023, la universidad estará en condiciones de entregar este patrimonio que fue recuperado del ruinoso estado en que se encontraba, para devolver a Chillán una colección estable y en condiciones de consulta.

 Según el contrato de comodato establecido, la Universidad se comprometió a digitalizar el 5 por ciento del total, es decir, unos 300 libros y documentos, tal como lo expresa el instrumento legal que la Orden Franciscana firmó con La Universidad de Talca y el Centro de Documentación Patrimonial como ejecutor en el 2014, con una vigencia de cinco años y con la posibilidad de renovación. En el 2018, la Orden Franciscana decidió realizar un cambio en la cantidad de años. De esta manera, el contrato no se renovaría por cinco, sino por cuatro, por lo que la Universidad de Talca deberá traer a Chillán la colección este 23 de enero próximo.

 Este 5 por ciento del total es lo que el contrato establece como catalogación y reproducción digital. El resto de la biblioteca en estos momentos se encuentra conservada y en las condiciones necesarias para su preservación. “Nos interesa que la colección quede en Chillán lo más resguardada posible y estamos pendientes de las acciones que se están desarrollando para ir parcialmente entregando este patrimonio invaluable, partiendo por este cinco por ciento en enero del 2023. En este porcentaje estaban los ejemplares más deteriorados, hoy están en condiciones de ser devueltos. Además, han aportado mucha información y han servido para investigadores de todo Chile y del mundo que se han acercado hasta nuestro centro para realizar investigaciones del plano social e histórico porque aportan mucha información”, plantea Eduardo Bravo, recordando que en este porcentaje se encuentran ejemplares como la Biblia Políglota que data de 1515, o el Sínodo de Concepción de 1745, ejemplar muy difícil de encontrar.

 “Este patrimonio es único y nuestra esperanza es que se quede en Chillán, pero en las mejores condiciones posibles. En este sentido, se cumple el compromiso de la Universidad de Talca de establecer vínculos virtuosos con la comunidad, puesto que el afán de este centro y sus profesionales no es atesorar, sino devolver en el mejor estado de conservación estos patrimonios documentales a los territorios a los que pertenecen, quienes a su vez tendrán la gran responsabilidad de seguir con la custodia para que duren otros 500 años o más”, afirma.

Cabe recordar que tras el terremoto del 2010, fue la propia comunidad la que comenzó a restaurar el templo, proceso que culminó el 2018. Por esta razón, desde ese año, se comenzó a gestar un nuevo impulso para recuperar los demás espacios patrimoniales franciscanos de Chillán, entre ellos el Museo. Así, una vez inaugurada la Corporación Patrimonio Franciscano de Chillán, se logró conseguir una subvención municipal para recuperar una de las cuatro salas para ser destinada a espacio de exhibición, la cual fue inaugurada el 18 de octubre del 2019, y se le bautizó como “Sala Menor”, donde ya han pasado cuatro actividades: exhibición, mediación educativa y documentales. Además, entre abril de 2018 y noviembre de 2019, junto al Magister de Patrimonio de la UC y la Escuela Taller Patio Franciscano, se pudo realizar un primer inventario en excel, con fotografías, llegando a contar más de 400 objetos del Museo (sin contar el Archivo histórico, el cual fue dado en Comodato hasta el año 2023 a la U. Talca, donde es resguardado por el Centro de Documentación Patrimonial de esa Universidad).

Bienes y patrimonio

Fuentes de la propia Congregación Franciscana señalan que la intención de la Orden es que todo el patrimonio siga en Chillán y para esto se están realizando distintas acciones. Organizaciones como la Agrupación Amigos del Patrimonio Franciscano o la Unidad de Patrimonio de la Municipalidad de Chillán, han ejecutado varios proyectos que buscan en mejoramiento del museo y el ministro provincial seguirá revisando comodatos, como el que se mantiene con la Universidad de Talca.

En este sentido, uno de los proyectos más importantes ahora es la Sala de Reserva, en donde podría mantenerse tanto los libros, documentos, imágenes y textiles que son parte del patrimonio franciscano. La encargada de este proyecto es Camila Riquelme, profesora de historia y Magíster en Museología.

La profesional explicó a La Discusión los alcances de las acciones que se están desarrollando y los esfuerzos desplegados para asegurar que el patrimonio se quede en la ciudad. El objetivo general del proyecto es habilitar una sala de reserva de colecciones, que permita resguardar los objetos con condiciones técnicas adecuadas, garantizando su conservación, además de desarrollar un catálogo completo de las colecciones y de esta forma mejorar la gestión de las mismas.

“El museo san Francisco, al igual que todos los museos de la ciudad, se encuentra en el Registro Nacional de Museos, siendo este un requisito a la hora de concursar por fondos de mejoramiento. En este caso se postuló al Fondo de Mejoramiento Integral de Museos, un fondo que entrega la Subdirección Nacional de Museos, bajo la categoría colecciones, y nos adjudicamos $17.361.800, los que están destinados a la compra de insumos y mobiliario, así como también la contratación de una documentalista”, explica la profesional.

El proyecto permite adquirir grillas sobre rieles para el resguardo de las obras bidimensionales, planeras para los textiles, insumos para embalaje, y un Datalogger, un dispositivo electrónico que mide la humanidad y temperatura en distintos momentos del día dejando los datos guardados en una memoria descargable. “Esto nos permitirá hacer estudios climáticos de la sala, que podrían significar más adelante saber la capacidad de visita que puede tener el lugar, cosa de poder ser abierto al público en algunas fechas como el Día del Patrimonio, por ejemplo”, explica.

Camila agrega que el proyecto tiene un 80 por ciento de progreso. “Si bien el mobiliario y los insumos ya están falta terminar de arreglar la sala, y eso lo realiza la comunidad: primero se arreglaron el techo, ventanas e iluminación, y este fin de semana se comienza con la pintura. Una vez terminado eso ya podemos empezar a colocar los estantes y por tanto a trasladar los objetos a su nuevo y definitivo hogar. Entregado el proyecto queremos realizar capacitaciones a la comunidad que va a quedar como responsable del resguardo de los objetos tanto en lo que es la manipulación como la parte de documentación”, adelanta.

“El próximo movimiento, una vez habilitado el espacio, es postular a los mismos fondos, pero en la categoría de museografía, que nos permita crear una sala de exposición y así devolver al Museo San Francisco su esplendor como museo y como lugar de memoria en la ciudad de Chillán”, prometió Camila.

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