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El drama de los cereceros de Queime

Señor Director:

Soy Patricio, hijo de agricultores de la Región de Ñuble; vivo en la comuna de Quillón en el sector rural de Queime, que es famoso por sus hermosos cerros. Después de años siendo Queime la cuna de la fiesta de la cereza, donde estas frutas ocupaban lugares imprescindibles en los mercados desde Chile hasta China, hoy quedaron en sus árboles, porque era más digno dejar que se perdieran que transar el esfuerzo de un año por valores y condiciones tan miserables como las que se estaban ofreciendo.

Pero hay algo que es más complejo que el desgarrador funcionamiento de las exportadoras con los pequeños agricultores y tiene que ver con la Sra. María, don Juan, la Sra. Carmen o José. Ellos viven de esto, y ya no tienen energías para protestar o hacerlo visible, pero lo que sÍ tienen este año es necesidad, con la que sobreviven en silencio. Ellos sustentan sus ingresos en cultivar las cerezas que, al parecer, está teniendo una fecha de caducidad. Hubo un tiempo glorioso en que las familias de mi tierra pudieron sentir dignidad al obtener recursos, incluso muchos jóvenes se proyectaban en heredar la posta de ser agricultores, hubo un tiempo en que había sonrisas, hoy solo hay silencio.

Será una Navidad bastante triste, probablemente se acuesten más temprano para tratar de olvidar las preocupaciones que acumulan de este año, han sentido lo doloroso que pasa con los pequeños agricultores expuestos al libre pero no tan democrático mercado, frente al cruel abandono de su país. Entonces, es inevitable preguntarse ¿Cuántas navidades silenciosas más son sostenibles? Porque vamos directo a una purga y disolución de los pequeños agricultores de Chile.

Patricio Sanhueza

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