Después de más de tres años bajo alerta sanitaria debido a la pandemia de COVID-19, Chile se apresta a dar un paso hacia la normalidad, con el levantamiento de medidas como el uso obligatorio de mascarillas en ciertos contextos a partir del 1 de septiembre.
La alerta, que confirió facultades excepcionales a las autoridades para abordar la crisis de salud, fue instaurada en febrero de 2020 y se extendió en varias ocasiones ante las sucesivas olas de la enfermedad.
Una de las principales medidas que cambiará con el fin de la alerta es el uso de mascarillas. Hasta ahora, su uso era obligatorio en hospitales, centros de salud y en lugares cerrados de escuelas y colegios. A partir del mes siguiente, su uso será opcional en estos contextos.
“Dejará de ser obligatorio el uso de la mascarilla tanto en establecimientos educacionales como en establecimientos de atención clínica, si bien mantenemos la sugerencia de utilizar mascarilla en las consultas de urgencia“, dijo hace unos días la subsecretaria de Salud Pública, Andrea Albagli, a Cooperativa.
Además del cambio en las medidas de prevención, la finalización de la alerta sanitaria plantea desafíos laborales. Durante la pandemia, se contrató a aproximadamente 32.000 profesionales no médicos y técnicos para reforzar los servicios de urgencias y unidades de cuidados intensivos (UCI). Sin embargo, con el fin de la alerta, surge la preocupación por el futuro laboral de estos trabajadores de la salud.
La Ministra de Salud, Ximena Aguilera, señaló que se solicitará la reasignación de 6.070 de estos trabajadores, debido a la necesidad de mantener sus funciones. De ellos hasta ahora se mantienen trabajando 12 mil.
“Pediremos que sean reasignados 6.070 porque no pueden suspenderse sus funciones, los otros 6.000 deberán desvincularse”, indicó la titular de la cartera, Ximena Aguilera, en una entrevista, ad portas del fin de la alerta.
