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Plan municipal para futura feria libre incluye solo gente de Chillán y del 40% más vulnerable

Mauricio Ulloa

Fue justo después del terremoto del 2010 que los comerciantes ambulantes que suelen instalarse a las afueras de la feria Persa Monterrico (ex Persa San Rafael) decidieron juntarse y asociarse como gremio, lo que incluyó conseguir personalidad jurídica, cerca del año 2017) y lo que les significó tener una voz a escuchar previo a las tomas de decisiones que el municipio pudiera realizar respecto a su actividad que se ha hecho tradicional cada fin de semana.

El problema es que esas “decisiones del municipio” están a la espera desde hace décadas, incluso antes del 27-F, por lo que los representantes de las cuatro agrupaciones que hoy existen se han mantenido en incómoda espera, y lo que es peor, siguen siendo multados por ejercer el comercio callejero sin autorización.

Lo más cercano que escucharon respecto a un ordenamiento y organización formal y autorizada por la Municipalidad de Chillán, fue en 2018, cuando el entonces jefe de Seguridad Pública Municipal, Renán Cabezas, hizo una proyecto que apuntaba a crear una feria libre con vendedores acreditados, lo que implicó el acuerdo con la entonces seremi de Transportes del Biobío, para autorizar el corte de calles durante el fin de semana.

Sin embargo, sin que se dieran explicaciones muy claras al respecto, eso se suspendió. Al menos hasta ahora, puesto que el nuevo alcalde de Chillán, Camilo Benavente, ya comenzó las gestiones para reflotar un plan que apunta a crear la primera feria libre de la capital regional.

“En el Persa tenemos casi mil personas afuera de la feria establecida y a ellos los vamos a ordenar. Hay que aclarar, en primer lugar, que muchos de aquellos no tienen domicilio en Chillán, por lo que se tendrán que devolver a sus comunas; muchos de aquellos no tienen problemas económicos, es decir, no están dentro del 40% más vulnerable: para afuera. Muchos de ellos hacen comercio mayorista: para afuera”, comienza precisando el alcalde.

La idea es quedarse con algo más de 400 de esos casi mil vendedores que ocupan las calles aledañas al Persa Monterrico, “y no con el resto, son con esas cerca de 400 personas con quienes queremos ponernos a trabajar”, explica.

La idea del municipio es acotar un espacio, lo que involucra cortes de calles, horarios, desvíos de locomoción colectiva por el fin de semana y en el horario de funcionamiento, entre otras medidas, porque “creemos que es ese el camino, o al menos dejar en claro que eso que hoy se ve allí, no puede seguir”.

El propósito es conseguir poner en marcha el plan de reordenamiento en cosa de meses, por lo que ya se han realizado las primeras reuniones con las agrupaciones de comerciantes, a quienes se les ha dado la oportunidad de presentar sus planteamientos e ideas, puesto que se busca hacer un plan participativo.

“Ojalá que ahora cumplan”

Esto del reordenamiento, el asignarles un espacio especial, el entregarles credenciales y permisos legítimos para los vendedores que se instalan fuera del Persa, es historia antigua.

“Nos prometieron de todo, pero por ejemplo, las famosas credenciales que nos vinieron a decir que estaban casi listas, nunca las vimos”, relata Gloria, una de las primeras tres comerciantes ambulantes que llegaron a instalarse fuera del persa, entre el 2007 y el 2008, junto con los aún vigentes Luis Mella, Maricela Moreno y Nancy Palacios.

“Si tan solo hubiésemos tenido esas credenciales nos habríamos ahorrado muchos problemas, porque por ejemplo, Carabineros nos ha molestado mucho, sin ir más lejos a mí me sacaron un parte por andar vendiendo en la calle como hace cuatro meses y eso que en los últimos meses las fiscalizaciones ya no son tanto como antes”, añade.

La agrupación Diagonal Las Termas, a la que pertenece y que componen cerca de 100 comerciantes, espera que ahora sí se cumpla lo prometido, y han mostrado tener disposición a colaborar e incluso dicen compartir los requerimientos municipales, que evitaría que quienes no son de la comuna, o no pertenecen al grupo más vulnerable o venden mayorista, quedarán marginados del proyecto.

“Nosotros no queremos nada gratis, si tenemos que pagar por puestos, por permisos o por lo que sea, estamos dispuestos a hacerlo, pero lo que pedimos es que se cumpla con hacer esta feria libre, que se nos acredite y que podamos trabajar tranquilos”, concluye.

Para Graciela Cuitiño, presidenta de la agrupación, la estadía en el emblemático lugar ha sido “una lucha constante, un eterno estar en pie de guerra, y no solo mía, sino de toda la agrupación, de poder crear la primera Feria Libre Regional, algo que para las autoridades de otros años era mal visto y siempre se opusieron, nunca nos dijeron por qué, nunca fueron claros con nosotros, lo único que nos daban eran consuelos”.

La dirigenta aclara que ellos siempre se plantearon ante las autoridades locales con una propuesta de aportar a las rentas municipales y ser “un aporte para la municipalidad. Eso es lo que conversamos cuando estuvo el señor Renán Cabezas, cuando nos vino a presentar ese proyecto que nos iba a sacar de la calle, que es lo que todos esperamos. Yo sé que hay varios que se van a tener que ir por no cumplir con los requisitos, pero se entiende que sea así, porque no por unos pocos nos tenemos que perjudicar todos y si esto crece a futuro, espero que sea de manera ordenada”.

Las reuniones entre comerciantes y municipio ya llevan varias semanas de desarrollo y hay ciertos aspectos que se han mantenido en reserva, pero a diferencia de lo visto con anterioridad la voluntad para concretarlo es real.

Ni tan de acuerdo

Sin perjuicio de las esperanzas que el anuncio edilicio ha generado en este gremio de comerciantes, o “emprendedores” como se autodenominan, no todos en el sector están de acuerdo con la medida, o al menos no como se ha planteado.

Y la voz de reprobación se escucha desde el interior de la feria misma.

Anita Quintana, administradora del Persa Monterrico,  tiene todo un historial para contar respecto al acontecer que se genera fuera del recinto.

Incluye peleas con cuchillos, suciedad, vecinos hartos de que utilicen sus antejardines como baños, la llegada de camiones a vender al por mayor, y otra serie de reclamos.

Pero hay dos puntos que la aquejan de sobremanera, el primero es que “ellos nos obstaculizan el acceso al recinto, las calles nunca quedan expeditas lo que afecta especialmente a la gente mayor del sector”.

Y en segundo término, “la deslealtad, por ejemplo adentro un saco de papas bueno, vale entre 6 y 7 mil pesos, pero afuera lo venden a tres mil; tengo gente de Chillán Viejo que venden cosas que ellos mismos cosecharon pero que afuera llega cualquier persona a venderlas a menor precio”.

Por tal razón, para la administradora no es una solución real el que se realice una feria libre, “a menos que se la lleven para otra parte, que hagan un persa Cordillera, pero no afuera del Monterrico”.

Felipe Ahumada

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