Señor Director:
Ante la iniciativa de disminuir la jornada laboral a 40 horas de manera progresiva, surge la inquietud por mejorar la productividad. Un camino lógico es invertir en la capacitación de los trabajadores. No obstante, no se trata de una receta simple ni tampoco otorga beneficios inmediatos.
La capacitación se puede definir como una inversión realizada por la organización en sus colaboradores, esperando una mejora en su producción, en el servicio entregado a sus clientes y en prevenir y solucionar potenciales problemas.
Existen diversos estudios que se han dedicado a analizar estos efectos, en distintos países e industrias, pues algunas requieren, por la naturaleza del trabajo, un plan de capacitación definido. Los resultados son diversos, pero para Chile y Latinoamérica existen estudios que plantean que, según los datos observados, la capacitación no tendría efectos significativos en la productividad laboral. Algunos autores lo explican por una mala ejecución del plan de capacitación y porque cada día se tienen mayores tasas de rotación en las organizaciones, esto es, un trabajador capacitado se termina trasladando a otra empresa.
Para desarrollar un exitoso plan de capacitación, se requiere: identificar las necesidades de capacitación de los colaboradores, buena logística, compromiso entre la jefatura y los funcionarios, buena calidad de los tutores y capacitadores y una evaluación de desempeño para cerrar el proceso.
Karin Bravo Fray
Directora de Postgrados USS
