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Robo a rostro descubierto

Señor Director:

Uno de los conceptos que ha informado mi postura política, y la ha moldeado desde hace años, es el siguiente. Está mal que el Alcalde del pueblo entre a robar el banco del mismo. Es un ladrón. Pero es mucho peor si ese Alcalde lo hace a vista y paciencia de todo el mundo, y sin máscara, porque eso habla incluso peor de sus electores. Como el susodicho sabe que su conducta no va a ser sancionada, le da lo mismo que lo reconozcan.

Algo así está ocurriendo hoy con el llamado vacunagate. Según France24 y la DW, 37 mil personas se saltaron la fila establecida por el gobierno para inocularse, conforme informa el DEIS. Un escándalo de grandes proporciones que ha pasado casi desapercibido. Parece no importarle a nadie.

Esto me hace recordar también lo que pasó hace poco con el escándalo del Bono Clase Media, donde más de 400 mil personas “abusaron” de él; el mismo que el gobierno y los políticos están intentando barrer bajo la alfombra. Total y absoluta impunidad para los sinvergüenzas, lo que parece ser lo socialmente correcto hoy. Los chilenos estamos permitiendo que nos atraquen sin siquiera quejarnos, y eso está permeando en la sociedad. Ahora el Alcalde no necesita más su pasamontañas. Es tan poco el nivel de confianza y respeto que tenemos por las instituciones, por quienes nos gobiernan, y por nosotros mismos, que no esperamos otra cosa que no sea sinvergüenzura, corrupción y escándalo. En Argentina, una de las sociedades más corruptas del mundo, algo similar le costó el puesto a un ministro. Acá… cri, cri, cri. Literalmente como sociedad topamos fondo. Encontramos normal hasta que nos roben, lo que está haciendo que mucha gente crea que es normal robar.

Cristián Gabler, Abogado

 

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