La pandemia del Covid-19 dejó al desnudo la desigualdad que también se vive en el fútbol chileno.
Solo unos pocos son los privilegiados, pero la gran mayoría de los futbolistas sobrevive con menos del 60 por ciento de sus sueldos o han quedado cesantes.
El drama está instalado en las familias de los jugadores de Tercera División y Segunda División Profesional, donde no hay recursos del Canal del Fútbol, destinados solo para los clubes de Primera A y Primera B.
Muchos jugadores decidieron trabajar en cualquier cosa mientras pasa la pandemia y sus clubes logran reactivarse.
Sin embargo, los profesionales de la A y B también han sufrido, especialmente, aquellos de los clubes que se acogieron a la Ley de Protección al Empleo como Ñublense. La ley le permite a los clubes suspender los contratos, seguir pagando las cotizaciones, mientras los jugadores hacen uso durante tres meses (inicialmente), del seguro de cesantía que cubre el primer mes el 70 %, el segundo 55% y el tercero el 45%.
El Rojo se comprometió a cancelar la diferencia. Aún así, jugadores como Nicolás Astete han visto disminuidos sus ingresos,porque la mayoría no contaba con recursos en sus seguros de cesantía.
Si hasta el propio Hugo Droguett, ex seleccionado chileno, ex U. de Chile, con pasos por México y ahora en Deportes Temuco (club acogido a la Ley), sacó solo 200 mil pesos de sueldo al cabo del primer mes.
Y por eso también es entendible que los valores más jóvenes, como Nicolás Astete, volante de Ñublense, vendan mascarillas personalizadas por sus redes sociales para paliar la crisis económica que destrozó sus escuálidas finanzas.
