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En modo bienestar

Bien sabemos los chilenos que el crecimiento económico no tiene necesariamente correlato con la satisfacción o el bienestar general de la población. El concepto de felicidad ha sido motivo de estudio desde tiempos inmemoriales. Su búsqueda es objeto de desvelos y generadora de trabajo para innumerables disciplinas asociadas al desarrollo humano. Economistas y pensadores aportan sus enfoques, cargados de estadísticas, casuística y sesudos análisis que, en la práctica, muchas veces, se dan de bruces contra una realidad que golpea en el corazón y en el estómago a muchos ciudadanos.

Cuando los resultados del estudio conjunto realizado por TNS Gallup sobre la felicidad, presentados a fines del año pasado, indicaron que el dinero no aparece entre las diez primeras palabras que se asocian con este sentimiento y sí lo hacen, por ejemplo, la familia o el trabajo, uno puede imaginar que se partió de un supuesto para el universo encuestado: que reciben una alimentación cuando menos satisfactoria.

Si el sondeo se realizara entre quienes escandalosamente son víctimas de situaciones de exclusión, como tantos y tantos compatriotas en nuestro extenso territorio, las respuestas serían probablemente distintas. Resulta difícil pensar exclusivamente en términos de bienestar o felicidad cuando las necesidades básicas de miles de conciudadanos están vergonzosamente insatisfechas.

¿Qué queda para los más desprotegidos del sistema? Apenas un régimen de subsidios que peligran cuando las arcas se achican y amenazan con dejar sin red a muchos. Y un cúmulo de valiosas organizaciones de una sociedad civil cada vez más activa que busca paliar lo que el Estado deja de atender.

Afortunadamente, alcanzar algún grado de bienestar en este escenario es aún posible. Un reporte de Gallup de fines de 201 muestra que la adinerada población de Singapur es la más infeliz del mundo, más que la de Irak, Haití, Afganistán y Siria, aun cuando disfrutan de uno de los mayores PBI del mundo. Como contrapartida, ocho de los 10 países más felices se encuentran en América latina. La medición alcanzó un promedio de 1000 habitantes en 148 países. Se evaluaron sus emociones positivas del día anterior: si habían descansado bien, si habían sido tratados con respeto, si rieron o sonrieron mucho, si sintieron dolor físico, estrés, preocupación y si habían hecho o aprendido algo interesante.

Frente a un año que ya se perfila complicado, no está de más volver la mirada hacia el interior de cada uno. Desde estas columnas habitualmente ocupadas en analizar la realidad de nuestro país y el mundo, proponemos en este tiempo estival hacer una pausa para rescatar y potenciar todo aquello que nos genera bienestar. Es un buen método para encarar la enorme tarea que todos, gobernantes y gobernados, tenemos por delante.

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