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El pasado, presente y futuro del Conjunto Franciscano de Chillán

Dafne González

Generar los criterios y lineamientos para la puesta en valor del inmueble es el principal desafío del proyecto Fondart “Puesta en valor Conjunto Franciscano de Chillán. Diagnóstico patrimonial, definición de criterios y lineamientos de intervención”, adjudicado en diciembre por la PUC, con el apoyo del Centro del Patrimonio Cultural UC, la Corporación del Patrimonio Franciscano de Chillán y la Unidad de Patrimonio (UPA) de la Municipalidad de Chillán.

El equipo está conformado por los profesores Elvira Pérez, jefa del Magister en Patrimonio Cultural UC e investigadora responsable, los coinvestigadores: Dino Bozzi, profesor de arquitectura UC y Fanny Canessa, profesora de arte UC, y los estudiantes del Magíster en Patrimonio Cultural UC, Ángela Guajardo, arqueóloga, las arquitectas Carla Correal, Marjolaine Neely, la tesista Dafne González y Diego Andrade, diseñador. Apoyan también los profesionales Dagoberto Flores, periodista de la UPA y Yolanda Muñoz, encargada de extensión y difusión.

Elvira Pérez adelanta que “el proyecto busca consolidar un diagnóstico patrimonial amplio y unos criterios de intervención que, desde las distintas esferas del patrimonio, orienten futuras intervenciones de puesta en valor del conjunto y su patrimonio asociado, haciéndose cargo del conjunto edificado, incluyendo sus edificios, jardines y entorno urbano. Bienes muebles, incluyendo los objetos que formaron parte del museo y los que decoran el templo. Luego de casi tres siglos de la llegada de los franciscanos a Chillán, el patrimonio asociado excede largamente a lo edificado, alcanzando gran significación para la comunidad chillaneja”, indica.

El Conjunto

La presencia de la Orden Franciscana en Chillán se remonta a 1585, solo 5 años luego que San Bartolomé de Chillán y Gamboa fuese fundada por el conquistador español Martín Ruíz de Gamboa. Tras el terremoto de 1835 se trasladó la ciudad y fue levantado una vez más el Convento en el lugar que permanece hasta hoy. En 1907, a cargo del arquitecto Eduardo Provasoli, comenzó la construcción de la Iglesia, obra que tardó 20 años en ser finalizada y que destruyó parcialmente el terremoto de 1939.

“Es relevante la idea de ‘Conjunto” Franciscano de Chillán’. El complejo está formado por distintas unidades, cada una de las cuales habla de la historia no sólo del inmueble, también de la Orden, de la ciudad de Chillán, y por supuesto de los vecinos. Entender cada una de esas piezas (convento, patio, iglesia y residencia de los hermanos), como parte de un total, al que aportan distintos valores y atributos, resulta fundamental para pensar no solo en la recuperación del conjunto propiamente tal, sino también de su relación con el entorno y con la comunidad”, señala Dino Bozzi, profesor de Arquitectura de la UC.

En 2010 un nuevo terremoto golpeó a Ñuble y como consecuencia la Biblioteca San Francisco tuvo que ser trasladada al Archivo de Documentación Patrimonial de la Universidad de Talca, lugar donde hoy los miles de libros y documentos que la componían aprovechan de ser digitalizados a la espera que el Conjunto cuente con un espacio capacitado tecnológicamente para albergar los textos. Así también, el Museo San Francisco tuvo que cerrar sus puertas, ya que sus instalaciones sufrieron daños que no permitieron continuar exhibiendo los objetos, ni tampoco recibir a visitantes.

“Se realizó un catastro en forma de un listado preliminar de los objetos que tiene el museo, ya que no existía un registro que señalara la cantidad y sus características básicas. En total se contabilizaron 406 objetos, entre pinturas, esculturas, objetos litúrgicos, vestimenta litúrgica, entre otros. Además, se realizaron dos reuniones con la comunidad, lo cual nos permitió acercarnos a las memorias personales y colectivas contenidas en estos objetos, entendiendo la necesidad de abordar este rico patrimonio en su conjunto y no como simples objetos”, cuenta Ángela Guajardo, quien participó del catastro de 2019.

El futuro

Para el hermano Felipe Márquez, guardián del Convento San Francisco de Chillán, la iniciativa que actualmente se está desarrollando se enmarca dentro de un cúmulo de acciones que buscan proyectar y posicionar el Conjunto Franciscano como un espacio comunitario destinado al arte, la cultura y trabajo social. “Actualmente los servicios pastolares y sociales que acostumbramos a entregar en el Conjunto Franciscano se están ejecutando bajo modalidades diferentes producto de la crisis sanitaria. Además, y a pesar de esto último, las proyecciones en las que trabajamos con una serie de instituciones para definir el futuro del inmueble no se detienen, ya que nosotros, como franciscanos, poco a poco nos iremos retirando del territorio y es necesario que la iglesia y convento cuenten con un modelo de uso que, junto con lo religioso y solidario, se extienda con mayor fuerza en la cultura, el arte y el patrimonio, y así se posicione en la hoy capital de la región de Ñuble. Y ya estamos trabajando por ello, ejemplo fue el proyecto Escuela Taller Patio Franciscano y la habilitación de Sala Menor, ambas iniciativas ejecutadas con la asesoría de la Unidad de Patrimonio de la Municipalidad de Chillán. Eso respecto a lo reciente, y ya pensando en el futuro, solo basta con recordar que nuestra biblioteca en este momento está en la Universidad de Talca, pero esos documentos en algún momento deben volver, y para eso necesitamos contar con la tecnología adecuada; para eso necesitamos ser parte del programa Puesta en Valor del Patrimonio (de la Subdere)”, enfatiza el hermano Felipe Márquez.

Karin Cárdenas, de UPA dice que “aún estamos lejos de decir ‘listo, está todo habilitado’. Los trabajos que hemos realizado junto a los hermanos, o los que ellos han hecho por su parte, son a puro esfuerzo y rebuscando cómo conseguir el financiamiento. Hoy no funciona la biblioteca ni tampoco el museo, y buena parte del convento está en desuso a consecuencia del terremoto de 2010, por eso decimos que falta mucho por hacer. Y no podemos olvidar que aquí, a través de libros, objetos y arquitectura, se concentra una parte trascendental de nuestra historia como ñublensinos y ñublensinas; por eso, y para que una vez más esté disponible en óptimas condiciones para toda la comunidad, tenemos que trabajar en conjunto y apalancar recursos mayores”, sentencia Cárdenas. 

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