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Cultura ciclista

La bicicleta, como medio de transporte, representa el 21% de los viajes totales en la intercomuna Chillán-Chillán Viejo, según estadísticas del Ministerio de Transportes correspondientes a la última década y que revelan un incremento de 14 puntos en ese período.

En la actualidad, existen 21,82 kilómetros de ciclovías y se están construyendo otras tres que serán entregadas el primer semestre de este año: desde Ecuador hasta Maipon, en el eje Arturo Prat; desde 5 de Abril hasta Argentina, en el eje Libertad y desde Brasil hasta O’Higgins.

De esta forma, Chillán sumará en el corto plazo 31 kilómetros de ciclovías, cifra que sin embargo aún es baja, si consideramos que la meta es elevar a 113 kilómetros de vías interconectadas entre sí. Hay 23 kilómetros que están en diseño y que forman parte de la modernización de arterias como Alonso de Ercilla y Los Puelches. Adicionalmente, están con sus estudios de prediseño terminados 17 kilómetros en diversas calles del sector oriente, a los que se suman otros 15 kilómetros que tienen sus estudios de ingeniería de detalle terminados para vías del centro. Y a largo plazo, hay que agregar otros 28 kilómetros que están proyectados sobre arterias que no han sido construidas.

Si bien se trata de proyectos aún en carpeta, es una buena señal que se realicen estudios y se avance en esta materia, de manera de aumentar la extensión de ciclovías, pues la bicicleta ofrece una alternativa de transporte no contaminante y saludable, además de ser la más económica.

Los promotores del uso de la bicicleta suelen destacar las potencialidades de la capital de Ñuble para desarrollar una cultura del pedaleo, aprovechando atributos de la ciudad como su topografía plana, sus anchas calles y su tamaño, que aún permite recorrerla de extremo a extremo en bicicleta.

Hay que entender, sin embargo, que la masificación del uso de la bicicleta también requiere de cambios culturales, pues muchos ciclistas critican –y con razón- la actitud agresiva de los automovilistas, donde los estudios realizados por Transporte muestran que taxis y micros son los peor evaluados, pese a la Ley de Convivencia Vial que ya cumple un año de vigencia.

En el análisis, basado en encuestas a ciclistas, tampoco salen bien parados los peatones y los vehículos particulares, los primeros por utilizar las ciclovías como senda peatonal y los segundos por aparcar sobre ellas.

Tener una cultura ciclista debe ser entendido como un objetivo de ciudad, y por lo tanto, promovido desde las distintas esferas no solo en el discurso, sino que a través de una concepción que brinde facilidades al usuario y desincentive el uso del automóvil, combinando el uso de la bicicleta con la locomoción colectiva y definiendo rutas en base a estudios de demanda, por lo que es fundamental consultar la opinión de los usuarios, como bien han hecho en días recientes las autoridades de Transporte y Vivienda y Urbanismo, cuya escucha activa es un positivo avance para aprovechar las inmejorables condiciones que tiene la capital regional para desarrollar una alternativa de transporte no contaminante y saludable.

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