Pidieron reunirse con Carabineros y con seguridad municipal. Salieron todos a la calle a hacer ruido con sus bocinas y con carteles en los parabrisas que suplicaban “no más asaltos”. Los distribuidores de balones de gas de la comuna, se consiguieron los números de algunos periodistas y los convocaron a la manifestación para que pudieran ayudarlos, quizás en qué.
Pero están desesperados y asustados por las mismas personas que hoy por hoy tienen casi al 80% de las personas viviendo en Chile con un miedo declarado. Por los mismos que, acá en Chillán y Chillán Viejo, asesinan policías, le entran a robar a las casas de alcaldes, jueces y hasta de la fiscal regional.
Los mismos que encañonan niños de tres años en un restorán, los que le quitan las carteras a las señoras que esperan la micro para volver a sus casas, y los que han motivado miles de denuncias por robos en sus locales, en sus casas y al menos han provocado una denuncia diaria por el robo de sus vehículos.
“A mí me robaron tres veces el camión en menos de un mes. Se llevan la carga completa y la descargan en la población Las Habas, para después ir a dejar los camiones abandonados allá en la 11 de Septiembre”, nos contaba uno de los que convocaron la marcha.
Otros relatos hablaban de personas que se bajaron de sus cabinas con el cañón de una escopeta puesta en la sien, otros que fueron golpeados y otros que, impotentes, veían como se llevaban cerca de dos millones de pesos en balones de gas, costo que deberán asumir ellos, de su bolsillo, por ser contratistas y no empleados con seguros.
¿Qué tan a menudo pasa esto? “Es variable, pero solo el mes pasado nosotros ya contamos diez casos. Y ahora, cuando estábamos reunidos con Carabineros y la directora de Seguridad Municipal en su oficina, allá en el estadio, nos entró un llamado avisando que a un camión repartidor de los Jesuitas les habían hecho una encerrona, les pegaron y les robaron el camión”, relata Luz Mujica, quien ha estado haciendo de vocera del gremio.
Con toda lucidez declara que “hoy la realidad es que los trabajadores están arriesgando sus vidas por ir a dejarle un balón de gas a alguna persona en su casa. Están arriesgando a perder su fuente de trabajo que es su camión y eso ya ha hecho que algunos comenten que se quieren poner a trabajar en otras cosas o, que ya no se seguirá haciendo reparto, que es algo a lo que no queremos llegar”.
Por eso están explorando alguna estrategia preventiva y de reacción rápida con los entes de orden y seguridad. Por lo demás, ninguno todavía ha planteado la idea de ir a trabajar armados, aunque sea con un palo.
Tres líneas de acción
Tras la reunión, Alejandra Martínez, directora de Seguridad Municipal, explicó que se plantearon como objetivo el trabajar en tres líneas de acción.
La primera, es que ellos mismos puedan invertir en elementos de seguridad como instalación de GPS en los vehículos, cámaras de seguridad que sirvan luego como medios probatorios o de monitoreo, o chips que permitan que el motor se paralice en caso de alejarse del control portátil que debe portar el conductor, entre otros elementos.
“En segundo término, se acordó que ellos conformarían una organización para lo que les facilitaremos una oficina municipal, con el propósito que se acuerden horarios de funcionamiento u otros temas de su propio funcionamiento; y lo tercero, es que se les entregará por parte de Carabineros, un número telefónico de atención preferencial ante algún caso de delito”, explicó la directora.
Consciente de que la magia no existe, las expectativas del gremio son tan realistas como modestas. “Por el momento, que los robos bajen en un 50 por ciento ya sería algo positivo”, dice la vocera.
Sin embargo, añade que en caso de no ver resultados, “ya hay una idea de, sencillamente, restringir los horarios de entrega y tampoco se seguirá repartiendo en algunos barrios donde tenemos más problemas”.
Son los barrios del sectores de Chillán Viejo, o el poniente, más avenidas como Ecuador y Collín, donde los santos y los amuletos se aprietan con más fuerza, cuando se reparte gas.