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Pulmón verde abandonado

El desarrollo urbano de Chillán, al igual que muchas ciudades de Chile, ha carecido en su planeamiento de la variable medioambiental. Esta ausencia en los instrumentos de planificación y en las políticas públicas locales explica el desacople que hoy existe entre el desarrollo inmobiliario, el transporte y la energía, todos factores que están generando una serie de externalidades negativas que afectan la calidad de vida de sus habitantes.

En este complejo escenario, la conservación de áreas de valor natural y disminuir los niveles de contaminación ambiental, debieran ser objetivos prioritarios, sin embargo, durante más de una década tal urgencia no fue comprendida por las autoridades locales, que esperaron que todas las soluciones provinieran del nivel central.

Un caso emblemático de degradación y abandono es el estero Las Toscas, belleza natural de nuestro ecosistema urbano, hoy convertido en un espacio muerto, indeseado y ninguneado. Buena parte de su mobiliario está destruido y la ciudadanía se ha alejado de sus espacios.

La construcción de un parque ribereño en torno al curso de agua llegó a ser considerado un proyecto emblemático del Bicentenario, para la cual fue dividido en etapas y financiado en su primer tramo por fondos estatales y la cooperación alemana y posteriormente, de forma exclusiva, por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Lamentablemente, el proyecto ideado en cinco etapas –suerte de símbolo de la gestión del ex alcalde Aldo Bernucci- quedó trunco. De hecho, vecinos de la Población Coihueco todavía tienen en sus narices el monolito que dice “Acá se construirá Futuro Parque Estero Las Toscas”, marcando el inicio de un megaparque que, en el papel, quería cruzar toda la ciudad, pero que hoy se asemeja más bien a un antro de inseguridad.

Hace muchos años que Chillán optó por darle la espalda al estero Las Toscas, que pese a cortar a la ciudad en dos, ha sido invisibilizado por el crecimiento urbano, convirtiéndose casi en una molestia. Quizás no fue una decisión consciente o planificada, pero hasta los años noventa no había zona en la urbe que se vinculara de manera positiva con este curso de agua y la que precisamente era la iniciativa que prometía revertir ese estado, hoy luce un estado deplorable.

Si bien el Plan Regulador establece la reserva de las riberas para el desarrollo de áreas verdes y la obligatoriedad de implementarlas para quienes desarrollen conjuntos inmobiliarios en sus inmediaciones, ello no es suficiente.

Se requiere planificar el desarrollo de la ciudad incluyendo al estero y su inconcluso parque como parte de su crecimiento, adoptando las medidas necesarias para su conservación y limpieza, pero además, generando nuevos espacios para su vinculación geográfica y humana. Para ello, además de proyectos creativos y sustentables, es imprescindible contar con recursos que permitan continuar las etapas faltantes.

Recuperar el Parque Las Toscas representa, también, una recuperación de una concepción ambiental que debe primar en la planificación de los espacios públicos de una ciudad que merece ser disfrutada por todos sus habitantes.

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