Señor Director:
Desde la antigüedad han existido personas dedicadas al entretenimiento, que a lo largo de la historia han ido adaptando y transformando
la comedia, con diversas formas de hacer reír: humoristas, comediantes, actores y payasos, estos últimos con un público infantil, frágil y con emociones a flor de piel.
Los niños, sólo por el hecho de ser, nos endulzan la vida; qué lástima cuando quienes dicen amar esta profesión de hacer reír, no cuiden
la vulnerabilidad de los pequeños, que son su público y el motivo por el que los padres desembolsan dinero para ir a los circos; subir al escenario a un pequeño que está expectante a participar y emocionado conlleva una gran responsabilidad: cuidar sus emociones.
Por favor, si eres payaso no te burles de un niño frente a una multitud, tampoco lo ignores o lo hagas hacer el ridículo riéndote de él; son
muchos ojos sobre una pequeña criatura frágil, que en vez de reír, llorará amargamente. Todo lo que hacemos debiese ser con vocación. Si en el circo en lugar de hacer reír haces llorar, piensa bien si estás en el lugar correcto.
Belén Ananías
Ingeniero en Prevención de Riesgos