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Nieto de oro

Señor Director:

Que en la sociedad chilena hay desigualdades obscenas es sobradamente conocido. No se trata solo de los “poderosos de siempre”, también de parlamentarios, sindicalistas, personajes de la TV y del fútbol que pertenecen al 1% de la población que concentra el grueso de la riqueza. Estas desigualdades estropean la democracia.

Es evidente que hay que reformar el sistema, pero otra cosa muy distinta es cambiarlo por uno de esos que llaman “igualitarios”. Esa propuesta de los que ponen en Chile a Cuba como ejemplo de “Solidaridad y humanidad”. A más de 60 años de vigencia de ese modelito, se ha consolidado una nueva oligarquía (nomenclatura en la URS) con privilegios sencillamente violentos frente a la pobreza de la mayoría de los “compañeros” que son el coro de los solistas políticos. El modelito acaba de mostrar una nueva joya de las numerosas que se conocen:

Sandro Castro, 29 años, nieto de Fidel, acaba de escandalizar con un numerito que muestra de manera brutal cómo entre los “iguales” hay unos pocos más “iguales” que los demás. Sacó a la calle un Mercedes Benz en el que salió a presumir con una polola a la que le mostró este “juguetico que tenemos en casa y que hay que moverlo cada cierto tiempo”. La polola no cabía de gozo y subió el paseíto a las redes sociales. El escándalo fue mayúsculo. Voceros del régimen pidieron perdón y trataron mal al nieto. No era para menos. El muchacho había puesto ante los ojos de millones de cubanos cómo vive la nueva clase que reemplazó a los “poderosos de siempre”.

El nieto es dueño de dos bares de primera categoría en La Habana y de una Discoteca exclusiva para hijos de papá y nietos de abuelitos revolucionarios.

¿Qué le parece?

Alejandro Witker Historiador

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