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Marketing regional

La globalización y una cultura hiperconectada son vistas generalmente como amenazas a la identidad local y a la construcción de lo propio. Sin embargo, hay otras formas de mirar los desafíos de Ñuble en un orden global y sin fronteras económicas, y es lo que después de convertirse en región lleva a la necesidad de poner atención en la comunicación de una marca que la identifique, y principalmente a su principal actividad económica, la producción de alimentos.

El sector más dinámico y con mejores proyecciones de nuestra economía debe tener la capacidad de diferenciarse en los mercados globales, pues al igual que los productos y empresas, no solo existen en el mundo físico, sino también como percepciones, en la mente de las personas.

Se trata de una propuesta nada novedosa, pues académicos y expertos que han asesorado a la naciente región coinciden en señalar que un constructo simbólico, como es una marca, es hoy un importante y muy útil elemento de diferenciación y comunicación eficaz, sobre todo para un jugador pequeño, pero que comienza a ser relevante en materia de exportaciones.

En efecto, los envíos de Ñuble han ido creciendo paulatinamente. El año pasado la región exportó US$341 millones en productos agropecuarios, siendo los más relevantes arándanos frescos y congelados, cereales, frutillas y frambuesas congeladas, rosa mosqueta y espárragos congelados, castañas, e incluso trufas

Sin embargo, este potencial puede terminar desaprovechado si no se consideran otros aspectos sobre los cuales hay bastante investigación y conocimiento, aportado por las universidades y centros de investigación locales.

Y es que tan necesario como construir una marca, el sector agrícola requiere enfrentar otros desafíos igual de urgentes, como son ampliar la superficie de riego, el uso eficiente del agua, la vinculación con las comunidades, el cuidado del medio ambiente, la superación de brechas tecnológicas entre las pymes, la adaptación al cambio climático y la introducción de nuevas variedades.

A lo anterior hay que añadir la necesidad de diversificar los mercados de destino, pues ejemplos sobran en la última década de la alta exposición de los productores de arándanos -el cultivo estrella de la provincia- frente a la volatilidad de los precios en el mercado norteamericano, y lo mismo ha ocurrido con los cerezos y el mercado chino.

Prochile ha realizado un valioso trabajo para abrir nuevos mercados, pero también se requiere apoyo estatal para seguir avanzando en investigación, innovación e introducción de tecnología en la pequeña agricultura, de manera de elevar la competitividad en el mayor número posible de productores, con nuevas especies y variedades, con sistemas de riego eficientes y con mecanismos de aseguramiento de la inocuidad y de protección frente a plagas y enfermedades.

Finalmente, para que todo cuaje se necesitan mayor cooperación público-privada y más trabajo asociativo del que hemos visto en estos primeros 3 años de vida independiente, no solo para fortalecer a un sector de nuestra economía, sino para que su desarrollo y efectos económicos sean percibidos por toda la población.

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