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Mal alimentados

Agencias

Es cierto que no se puede hablar de desnutrición en Chile, pero sí de malnutrición en el país que se vanagloria de ser una “potencia agroalimentaria”, o estar en vías de serlo. Según el Mapa Nutricional elaborado por la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb), un 58% de los niños en etapa escolar presentó algún grado de malnutrición por exceso (sobrepeso y obesidad).

El estudio establece que aproximadamente hay 34% de estudiantes en un peso normal, 31% en algún grado de obesidad y 27% en sobrepeso, o sea, en la suma un 58% está más allá de su peso.

Hay, además, una realidad decidora: estudiantes de establecimientos urbanos tienen mejores cifras que aquellos rurales: si los urbanos presentan 10% de obesidad severa, los rurales llegan a 14% (20%-23% al hablar de obesidad; 35%-31% de peso normal).

Si se compara por sexo, las niñas tienen mejores indicadores que los niños: 2% de desnutrición en mujeres y 3% en hombres; 38% versus 31% de peso normal; 28% versus 27% de sobrepeso; 18% versus 22% de obesidad; 8% versus 13% de obesidad severa.

Por otra parte, el retraso en talla -indicador crónico de insuficiencia nutricional- ha aumentado 2,6pp desde 2009, lo que en Junaeb sospechan podría ser atribuible al “hambre escondida”, concepto que sintetiza que la alimentación es alta en energía, pero baja en nutrientes.

Si bien es cierto que hay iniciativas como el Plan Demos la vuelta a la Manzana, Contrapeso de Junaeb, Fortalecimiento del Programa de Alimentación Escolar, Ley de Etiquetado de Alimentos y Elige Vivir Sano, entre otras, que intentan reducir la malnutrición por exceso, estas no han tenido impacto en mantener o reducir el problema.

Tampoco se ha incorporado como tema de relevancia por el Ministerio de Educación. Un ejemplo de aquello fue la eliminación de la obligatoriedad del ramo de Educación Física en tercero y cuarto medio, a pesar de la oposición de la comunidad científica.

Según el Ministerio de Salud, el 67% de los adultos chilenos presenta exceso de peso, es decir, están fuera de sus rangos normales de peso. Entre los países de la OCDE, Chile se encuentra entre los líderes de la obesidad, solo superado por EE.UU. y México.

La disponibilidad de alimentos inocuos, constituye un derecho humano que contribuye a la salud y a la productividad, pero a pesar de este mandato, sucesivos gobiernos no han potenciado una política expresa para la alimentación saludable.

La legislación nacional requiere mirar el problema desde la perspectiva de la sanidad y calidad sostenibles, ante enfermedades recurrentes como diabetes, hipertensión y cáncer , y sin descartar nuevas pandemias.

Es paradojal, pues Chile es un ejemplo de producción de alimentos de calidad para el mundo, sin embargo, el Estado no se ha involucrado en los temas de nutrición y no ha generado una política alimentaria para el consumo interno. La última vez que lo hizo fue en los años 60 cuando se creó el Ministerio de Agricultura, en cuya ley constitutiva señalaba “el mejoramiento de las condiciones de nutrición del pueblo”, un concepto que fue olvidado en el tiempo por las prioridades que el neoliberalismo y sus fieles seguidores terminaron imponiéndole a la política chilena.

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