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La génesis del copihue “Cobquecura” cultivada por una familia de la zona

Eduardo Ibáñez

Eduardo Ibáñez es un enamorado de la flor nacional Copihue y ha dedicado los últimos 17 años a cultivar, buscar semillas y a recorrer distintos puntos de Chile buscando su origen y preservación y soñando con que algún día todas las plazas de armas del país cuenten con esta flor, al igual que hoy lo hace Linares gracias a sus gestiones mientras fue concejal de esa comuna.

En esta búsqueda, fue que llegó hasta Cobquecura motivado por la variedad que lleva el nombre del poblado costero. “Comencé la investigación hace 17 años. En ese tiempo no habían copihues, solo encontraba en el sur de Chile y de muy mala manera porque los sacaban de su hábitat natural, ya que se debe propagar por semilla. La semilla viene en un fruto que viene en la flor. Empecé en este maravilloso mundo gracias a mi madre, quien en un terreno familiar me enseñó cuál era la semilla, porque la había comido cuando niña, ahí empezó esta pasión”.

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Eduardo tuvo la visión de ir propagando la especie en permanente peligro de extinción. “Luego quise ir en rescate de ciertas variedades, mucha gente los saca de su hábitat, lo que se suma a las plantaciones de eucaliptos, de pino, los incendios forestales, las expansiones de las ciudades. Esto provocó, por ejemplo, que casi se extinguiera el color blanco”.

Investigando, Eduardo llegó a Cobquecura. “Había una variedad llamada Cobquecura. Viajé y me encontré con María Berta Yáñez Muñoz, quien había trabajado en el telégrafo de Quirihue hace muchos años atrás. Ella desgraciadamente ya no está con nosotros. No obstante, su hija, Iris Orellana, me recibió y me contó que Berta hace cien años había comenzado a sacar los copihues por mugrón que es la forma correcta en cuanto a su manejo. Ella iba con un trapo, lo enrraizaba y luego lo cortaba. Yo también estoy sacando por mugrón y en la actualidad tengo más de 22 variedades de copihue de muchos colores. Iris, de 96 años, ha cuidado los copihues junto a una nieta llamada Benigna y me han regalado muchas semillas y mugrones. Es importante decir que María Berta hace cien años atrás rescató esas variedades. Si no hubiera sido por María Berta que se propuso rescatar la especie hace un siglo, no hubiésemos podido deleitarnos con estas preciosidades”, afirma Eduardo.

Eduardo señala que el copihue desde hace años está en peligro de extinción. “No hay leyes que lo protejan. Cuando fui al sur, cerca de Valdivia, vi cómo se ha descuidado su crecimiento por la ampliación de caminos o loteos de terrenos o cosecha de pino y eucaliptos. También está amenazado por la gente que los saca de su hábitat natural. La sequía también está afectando a la flor nacional”, admite con preocupación.

Con esta investigación, Eduardo quiere editar un libro que contenga todas las variedades que ha logrado rescatar precisamente gracias a la ayuda de personas como la familia María Berta Yáñez en Cobquecura que ha logrado mantener por más de cien años el cuidado de esta flor y sus semillas. Eduardo precisa que la familia de María Berta tendrá un lugar privilegiado dentro de la publicación que verá la luz dentro de algunos meses.

La lucha de Eduardo

Eduardo Ibáñez fue concejal en Linares y presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Concejo Municipal. “Como concejal logré la primera ordenanza municipal en Chile de plantar en un cien por ciento árboles nativos. Asimismo, logré la primera ordenanza municipal en Chile de prohibir fogatas que alteran el ecosistema. También logré otra ordenanza en relación a los humos visibles. A través de ellos, se podían tener las herramientas para acercarse a los humos negros y cursar sumarios o lo que se ajuste a la ley. Logré varias cosas en temas ambientales. Antes de eso, pertenecí a la Policía de Investigaciones. Pero siempre me dediqué al tema de la naturaleza. Estuvimos casi 10 años defendiendo al Río Achibueno que estaba sentenciado por dos hidroeléctricas hasta que logramos que fuera declarado Santuario de la Naturaleza. Antes de ser concejal me dediqué a la investigación y difusión de las especies nativas de Chile. Encontré mi pasión y mi espíritu con los árboles, cuando me di cuenta que no había viveros que se concentraran en ir en rescate de nuestras especies nativas como el alerce, queule, naranjillo, etc. Mi vivero se llama Cristal del Monte en honor del Río Achibueno (Aguas cristalinas que bajan de los montes). Desde que dejé de ser detective me dediqué a investigar sobre las especies nativas. Me considero un investigador botánico, autodidacta, pero apasionado por nuestros patrimonios naturales”, declara.

Eduardo ha logrado también atraer a otros investigadores. Así es como actualmente trabaja con Alejandro Vega, quien está haciendo un trabajo de rescate en la zona de Chovellen, cordillera de la costa, donde han encontrado especies con bordes rojos y rosados. 

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