Señor Director:
Ayer por la mañana una amiga chilena que también vive en España a la que tú llamabas “la Rucia”, me comunicó tu partida. Ha sido una noticia triste, aunque esperada, pero no deja por ello de ser más triste para aquellos que te hemos querido con todo el corazón, desde que te conocimos a principios de los año 70, primero como profesor de Psicología en la Universidad de Chile, Sede Ñuble y posteriormente como Capellán de la Cárcel de Chillán.
Fueron días tristes para el pueblo chileno, cuando cuatro alimañas, con el apoyo de civiles, terminaron con la democracia chilena, derrocando con un golpe de estado a unos de los presidentes más democráticos de la historia de Chile, al compañero Salvador Allende Gossens.
Tú llegaste a la cárcel ante nosotros como un ángel que caía del cielo. Recuerdo el primer día que te presentaste en nuestra celda acompañado por un oficial de gendarmería; de los que estábamos allí, éramos pocos los que te conocíamos, la mayoría se mantuvieron alejados por desconfianza frente a una persona desconocida.
Como buen psicólogo que eras, lo primero que nos dijiste a los que nos acercamos a ti fue que todos estábamos esquizofrénicos y, era verdad. La preocupación de no saber qué harían con nosotros encerrados y hacinados en unos pocos metros cuadrados, y la incertidumbre de no saber si volveríamos con vida cuando nos llevaban al Regimiento o a Quilmo, para ser interrogados y torturados.
En tu segunda visita ya fuiste rodeado por todos los que nos encontrábamos ahí. De inmediato te interesaste por nuestros problemas particulares, desde ese momento pudimos contar con una persona que tenía contacto directo con nuestras familias y también con las autoridades militares.
Llevando y trayendo información, ayudando a sacar y asilar a compañeros y compañeras perseguidas y, lo más importante, es que has mantenido tu compromiso inquebrantable en estos más de cuarenta años, apoyando a la Agrupación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos de Ñuble.
Nunca sabremos los problemas que habrás tenido con tus superiores por tu entrega en cuerpo y alma a la defensa de los perseguidos y encarcelados durante la dictadura.
Como ex preso político quiero agradecerte tu grandeza e infatigable lucha en la defensa de los derechos humanos, aunque desgraciadamente en este país aun no se ha logrado justicia para aquellos que sufrieron detención, tortura, cárcel, exilio, muerte o desaparición.
Gracias José Luis por todo lo que hemos recibido de ti.
Omar Contreras Flores
Ex preso político