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Informalidad laboral en Ñuble

Según la encuesta de empleo del INE, correspondiente al trimestre junio-agosto de 2022, en Ñuble un 34,3% de los trabajadores son informales, una de las tasas más altas a nivel nacional, sólo superada por las regiones de Arica y Parinacota (35,7%) y La Araucanía (35,2%).

La tasa de informalidad laboral regional no solo es mayor que el promedio nacional (26,7%), sino que es 2,5 puntos porcentuales más alta que la registrada por Ñuble en junio-agosto de 2021 y también representa un alza respecto al trimestre móvil inmediatamente anterior (mayo-julio de 2022), cuando se situó en 33,6%.

En 12 meses, los ocupados informales aumentaron 10,8%, incidido tanto por las mujeres (20,2%) como por los hombres (4,4%). Precisamente, al revisar el comportamiento por género, se advierte que la tasa de ocupación informal femenina aumentó en 3,9 puntos, estimándose en 36,3% y la tasa de ocupación informal masculina creció 1,3 puntos, registrando un 32,8%.

De esta forma, la aparente buena noticia que significó el aumento de 2,8% en el número de ocupados en la región, se cae ante la lamentable constatación de que ese incremento fue incidido en mayor parte por las categorías “asalariados informales” y “personal de servicio doméstico”, que presentaron alzas interanuales de 12,4% y 26,2% respectivamente.

A estos grupos debemos añadir los empleos por cuenta propia, un fenómeno que no es nuevo, pero que tomó mayor fuerza en la pandemia, a partir de la paralización de muchas actividades y la cesantía que generó, así como de la mayor liquidez por parte de los hogares, en un contexto de ayudas estatales y retiros de las AFP, lo que facilitó la inversión en capital de trabajo para los nuevos emprendimientos.

Tradicionalmente, las crisis son los periodos en que mayores emprendimientos surgen, y ésta no ha sido la excepción. Son muchos los que, sin empleo, se vieron en la necesidad de comenzar un negocio por cuenta propia, y otros tantos que han decidido aprovechar la oportunidad de generar ingresos sin la necesidad de obedecer a un jefe o cumplir una extensa jornada.

En otras palabras, el mercado laboral regional está mostrando una recuperación postpandemia sustentada en la precarización del empleo, vale decir, puestos de trabajo con menores salarios y sin contrato formal, y en consecuencia, sin seguridad social, como la previsión de salud, de pensiones o de cesantía, además de la falta de otros beneficios, como el derecho a indemnización en caso de despido, a licencia médica o a vacaciones.

Ñuble no solamente no ha sido capaz de recuperar completamente los empleos que se perdieron en la pandemia, sino que, además, ahora está sufriendo la destrucción de puestos de trabajo como consecuencia de la desaceleración del consumo y la nueva recesión que se avecina, lo que quedó en evidencia con la caída de 10,9% de los ocupados en el sector comercio en 12 meses.

Y la solución no consiste solo en crear empleos. Lo que se requiere es una oferta de empleos de calidad, más atractivos que los informales. Y aquí volvemos al problema crónico de esta región: su matriz productiva, la que no cambiará en la medida que no se concreten inversiones que agreguen valor.

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