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Coihueco

Señor Director:

Un 12 de agosto siempre se hace mostrar como un día diferente para Coihueco, y lo es, puesto que allá por 1887, una villa que en sus inicios no eran más que 15 casas, se convertía en la ciudad de Coihueco; cuna de héroes y artistas, donde un histórico Niblinto vio nacer a Víctor Jara -así da luces “Doña María le ruego”- sin embargo no ha sido confirmado; lugar en que unas manos mágicas en el centro trabaja bellezas en madera y, otras, en el campo, dan forma al mimbre y a la lana de oveja.

En la cultura popular hay presencia, hace años un árbitro destacado a nivel mundial resultó no ser chillanejo, sino que coihuecano; una muy vista serie de televisión resaltaba que su personaje principal tenía sus raíces aquí; un querido personaje público decidió que era bueno subir a los cerros y conocer a las chicas buenas para que el país supiera de ellas, ahí mismo donde se decía que un millonario excéntrico buscaría oro; la existencia de un lago artificial que atrae a forasteros y curiosos, cuya sonrisa tímida asoma por los labios al causar un poco de gracia la palabra Coihueco, cuya belleza de significado alude a “Agua de Coihue”.

Territorio de culebrón y chonchón, de artesanía y cosechaduría, de un 12 de agosto en que, desde hace un par de décadas, se hacen presente con su frondosa amarillez los florecidos aromos, donde se vuelve fiesta y feriado cada año, y sus habitantes se vuelcan a la plaza para disfrutar de desfiles bajo un sol radiante, saboreando el aroma del algodón de azúcar, palomita o anticucho, una plaza llena de colores de uniformes de escolares que bajan de los cerros a la ciudad para desfilar o payar, de potentes juntas de vecinos, majestuosos carros de bomberos con sus sirenas al son y, para el cierre, jinetes montados a caballo orgullosos de ser huaso de nuestra tierra, así todos marchan frente a autoridades que en pie se mantienen sonrientes y aplaudentes.

“Para llegar a Coihueco, tienes que pasar por Talquipén y después pasar por la palma”, son las indicaciones que los folcloristas dan a los visitantes de esta ciudad descrita en su himno como tierra artesana, primavera de alegre folclor, que este año tuvo una pausa en sus tradiciones de aniversario, sin aplausos multitudinales, sin bombos y platillos y sin el sonar de las herraduras en el pavimento, sin embargo, el aire festivo que se respira y el orgullo de ser coihuecano siguen siendo el mismo en quienes desean una senda de progreso, de paz y de amor.

Yesenia Figueroa

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