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Balaceras, insultos, amenazas y golpes son parte del día a día de los trabajadores de la salud en Chillán

Fue durante un día de la semana del mes de octubre, que un hombre de un poco más de 20 años ingresó corriendo empavorecido a las dependencias del Cesfam Los Volcanes de Chillán.

Tras suyo, a no muchos metros, un grupo de jóvenes armados lo perseguían.

Mientras, el hombre suplicaba al personal (que estaba tan asombrado como asustado) que por favor no lo echaran a la calle, desde afuera se escuchaban insultos y amenazas de muerte contra el perseguido.

“Y algunos de los funcionarios varones que hay en el Cesfam lo increparon. Le dijeron que cómo se le ocurría venir a esconderse aquí, poniendo en peligro la vida de todos los que están dentro”, relata Leyla Jardúa, directora por 19 años de ese Centro de Salud Familiar.

Recuerda también que los garabatos, las exhibiciones de armas y las amenazas de quienes por algunos minutos continuaban afuera, se mezclaban con la cara de risa y el desparpajo de sus autores. Todos los conocían, ellos sus familias son -de hecho- usuarios del Cesfam. Pero les da lo mismo que los vean en esa actitud, porque son integrantes de bandas de traficantes “y ellos no parecen tenerle respeto a muchas cosas. En fin, al rato se fueron y para poder lograr que el joven saliera, aunque sea al antejardín del Cesfam, tuvo que salir una sicóloga a hablar con él”, explicó.

Desafortunadamente, este tipo de situaciones se están haciendo cada vez más frecuentes en los centros de salud pública de Chillán, y así lo hizo patente el concejal Ricardo Valdebenito en la última reunión de concejo.

El edil extendió una denuncia que se le hizo llegar respecto a que los funcionarios, desde quien cumple funciones de seguridad, atención de público y personal de salud, en muchas ocasiones reciben “insultos, agresiones, amenazas de muerte con presencia de armas blancas, lo que bosqueja una situación grave en la que todos los funcionarios se mantienen preocupados. La carga emocional es alta en los equipos de salud, más que en otros funcionarios”.

Valdebenito añadió además que estas agresiones en contra de los funcionarios de la salud, hacen que la situación laboral sea cada vez más compleja en la capital regional de Ñuble.

Esto, “puede generar un permanente temor, generar sentimientos de incertidumbre -(y además por el mayor riesgo de contagio de Covid 19)- una estigmatización, que son factores que pueden generar rechazo a desempeñarse en el lugar habitual”.

Según cifras de los estamentos municipales, esto ha derivado en que las licencias médicas desde este último año aumentaran en más de un 30% respecto a años anteriores, lo que respalda la acusación del concejal, quien pidió que se hicieran valer las garantías que la comisión de Salud debe ofrecer a sus trabajadores, a través de una planificación de mejora continua del nivel de bienestar de estos trabajadores.

Y aunque lo primero a lo que se podría apuntar es al estrés generalizado a causa del encierro y las restricciones sanitarias ocasionadas por la pandemia del coronavirus; o a la actitud confrontacional que se incubó en muchas personas, merced de un ambiente sociopolítico exacerbado tras el 18-O, para Leyla Jardúa, esto viene de mucho antes.

“No nos olvidemos que hace unos tres años, dejó de funcionar el Cesfam San Ramón Nonato, porque los médicos sencillamente se negaban a atender ahí ya que se habían registrado muchas agresiones en su contra”, repasó.

Violencia narco

De esta manera, la directora deja en relieve que, si bien las agresiones han aumentado en muchos ámbitos y de manera generalizada en el país, este punto en específico afecta “más que todo a los Cesfam y a los Cecof, porque atienden a personas más vulnerables y afectadas por situaciones sociales más complejas”.

Entonces, más que los fenómenos mencionados (que bien tienen mucho que ver con lo que está aconteciendo), tanto para la directora del Cesfam Los Volcanes, como para la socióloga Daniela Paz Muñoz, subdirectora de gestión de personas de la Dirección Municipal de Salud Municipal, el eje central de este magro fenómeno es el aumento de presencia de traficantes y microtraficantes de drogas en la ciudad.

“Yo creo que esto ha sido algo que ha existido siempre, lo que pasa es que últimamente el grado de violencia ha ido aumentando. Entonces pasamos de los golpes en las mesas, de prepotencias verbales, a una violencia mayor que se acentúa en los barrios más vulnerables y que causa mucho escozor, porque hoy se acentúa con el tema de narcotráfico”, reforzó la socióloga.

El que se estén ya disputando territorios entre bandas rivales, una mayor presencia de armas de fuego en manos de ellos y un equipo de salud, que sencillamente no está preparado para enfrentarse a esa realidad, ha hecho que la municipalidad decidiera sumarse a un programa de contención especial para funcionarios de la salud, para lograr reponerlos sicológica y moralmente tras episodios traumáticos.

Sin ir más lejos, en septiembre de este año, se escuchó una balacera en el Cecof, Doña Isabel, de la población Vicente Pérez Rosales, hubo una balacera, y el personal junto algunos pacientes tuvieron que tirarse el suelo y esperar a que los delincuentes abandonaran el lugar.

En ese mismo mes, un joven ensangrentado producto de diversos cortes con arma blanca, también ingresó al Cesfam Los Volcanes pidiendo protección de una turba que lo seguía.

Quien vivió el momento fue Nicole, técnico en Enfermería y encargada de vacunas de ese centro.

“Me acuerdo que llegó gritando, yo estaba afuera y lo vi que entró corriendo. Ahí lo que el personal de seguridad hizo fue resguardar en unas salas a los usuarios, porque afuera había personas con palos, cuchillos, machetes y armas de fuego que lo iban a linchar”, relata.

No menos impactante para ella fue que la misma persona que llegó pidiendo asilo, “andaba con un cuchillo, y adentro lo botó. La verdad es que nosotros no estamos capacitados para enfrentar ese tipo de situaciones”.

No mucho tiempo después, ella misma, al volver a su casa,  vio que a esa persona una vez que salió del Cesfam tras ser atendido de sus cortes, lo comenzó a seguir un auto y uno de los ocupantes iba armado.

“Una ya los ubica, son personas que andan metidos en las drogas. Lo único que pude hacer fue avisar a mis colegas para que no salieran porque podría haber problemas de nuevo. Me fui a mi casa lo más rápido que pude y no supe en qué terminó eso”.

Pero no sólo los narcos y sus pandillas tienen con los nervios destrozados a los funcionarios de la salud.

Los pacientes siquiátricos, los consuetudinariamente maleducados, groseros y agresivos ya son parte del día a día.

“Llegan insultando al guardia, llegan con ganas de pelear, se enojan porque se cumple con la Ley de priorizar al adulto mayor y por todo arman peleas. Una vez llegó una niña de otra unidad a apoyar al Cesfam, y una persona que llegó enojada la garabateó a grito pelado porque no había hora con el doctor que él quería. Me tocó consolar a esa niña que no paraba de llorar”, recordó Leyla Jardúa.

Nicole, asegura que “nosotros sabemos, cada día que vamos a trabajar, que alguien nos va a gritar, alguien nos va insultar o amenazar. No es fácil ir a trabajar en esas condiciones”.

Programa de contención

Considerando que para la Municipalidad de Chillán es evidente que el personal de salud trabaja con una situación de mucho temor, de mucho estrés que incluso afecta a sus familias por las condiciones en las que llegan a sus casa, ya que no se trata de un mal día como el que pudiera tener cualquier trabajador, sino tras un día de agresiones, amenazas y violencias, es que se lanzó un programa de apoyo que desde la semana pasada ya comenzó a ser difundido de manera interna.

“Se trata de un programa inicial que se está trabajando con el Servicio de Salud de Ñuble y que se llama Saludable-mente y que pretende abordar estos aspectos relacionados con las heridas morales de los funcionarios. Tiene una orientación hacia tres componentes fundamentales que en definitiva permiten un levantamiento de la situación actual, y otros elementos de intervención sicológica y un último de tratamiento”, explica Cecilia Paz Muñoz.

El programa se plantea en cuatro consultas de acceso sicológico, más el levantamiento de las condiciones que inclusive pueden estar relacionadas a las complicaciones de trabajar en pandemia, que también ha generado cambios y efectos evidentes.

Este programa baja desde el Ministerio de Salud y en Chillán, quien estará a cargo del servicio, será el sicólogo Alberto Fernández, y también se piensa aplicar en todas las comunas de Ñuble.

Pensando en el futuro

Cecilia Paz, advierte que de todas formas no se puede esperar que un programa de contención sea la respuesta al problema en su conjunto.

“Esto va de la mano con solucionar algunas determinantes sociales que marcan el concepto de salud, determinantes asociados a la educación, vivienda, trabajo y todos los aspectos en los que se desarrolla la vida de las comunidades. Es un trabajo con el intersector y con las políticas públicas que resulta fundamental”.

Para la socióloga, otro factor a trabajar es plantearse el cómo hacer que los funcionarios adquieran competencias para formular y autoformular aspectos que le permitan hacer frente con mayor efectividad estas situaciones adversas, dada la vocación de servicio que existe, que los proteja contra la frustración, contra ambientes hostiles.

“Y esto no tiene que ver sólo con lo motivacional sino también con lo sistémico como infraestructura adecuada, calidad de vida laboral y la conciliación entre trabajo y familia, por lo tanto es un trabajo enorme por abordar, pero que esta nueva administración municipal está ya iniciando y esperamos que sea un hito”.

Tristemente, no todos en el área se muestran tan optimistas. Mónica Salazar, integrante de la mesa gremial de la Asociación de Funcionarios de la Salud Municipal (Afusam) cree que con este programa sólo se puede aspirar a ayudar a alguna víctima de un hecho puntual. Nada más.

“En realidad no vemos una solución y nos sentimos completamente desamparados por quienes deben garantizar el orden y la seguridad. No podemos restringir los acceso a ninguna persona, cualquiera llega y entra y pese a que sostuvimos una reunión con Carabineros, lo único que nos dijeron es que ellos podían aumentar las rondas de patrullajes, pero de ninguna manera podían poner personal de punto fijo en el lugar, porque no tienen el contingente necesario” plantea y añade que “ya hemos tenido colegas que han optado a renunciar ante las amenazas de muerte por parte de los usuarios”.

Por lo mismo dice no creer que un programa de contención por sí mismo ayude a superar el programa.

Tampoco, asegura, hay evidencia de que a nivel internacional algún país haya encontrado la fórmula para evitar esta creciente escalada de violencia que afecta a los funcionarios de la Salud Pública y menos en zonas de altos índices delictuales.

En Chillán ya estamos viendo que llegan autos a dejar personas baleadas a la entrada de la atención de Urgencias, y luego se arrancan, entonces hay que ser claro que no se puede esperar que Salud arregle un problema cuyo origen es totalmente delincuencial y del mundo del narcotráfico, eso es algo en lo que tienen que trabajar los gobiernos y las policías, no nosotros”, sostuvo.

Y sólo para graficar su visión del conflicto relata que “la otra vez, un colega de nuestra jurisdicción que fue a hacer una visita domiciliario en la Legua Chica (Población Nueva Río Viejo) se encontró con una persecución y al lado suyo a un hombre lo agarraron y lo degollarosn con una botella. Y ahí quedó el hombre, muerto y tirado a los pies de mi colega. Entonces, ¿cómo le pido a ea persona que siga yendo a realizar visitas en terreno en este barrio?”.

Felipe Ahumada

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