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Crisis de los partidos no se explica porque sean partidos, sino porque han hecho las cosas mal

Señor Director:

La posibilidad de que independientes pudieran presentar listas de candidaturas a la Convención Constitucional fue un logro que debe celebrarse, así como el éxito que obtuvieron en la elección. Ante la crisis de representación de los partidos, era importante que personas con credibilidad y trayectorias de compromiso social apoyaran un proceso que necesita construirse sobre la confianza.

Sin embargo, la política cotidiana necesita actores colectivos organizados, que cuenten con un mínimo de adhesión ciudadana (a través de firmas), con cierta estabilidad para hacerse responsables de sus acciones, con principios conocidos y cuyas prácticas estén al menos reguladas para asegurar la democracia interna de su organización, la transparencia en sus finanzas y la ética de sus integrantes. En eso consiste ser un partido. Las crisis de los partidos no se explican porque sean partidos, sino porque han hecho las cosas mal.

Integrar independientes a las elecciones parlamentarias podrá traer nuevos aires, pero no soluciona las razones del desprestigio de la política. Y así como los partidos no son malos por ser partidos, los independientes tampoco son virtuosos por no serlo. La ciudadanía necesita asegurarse de que los independientes hagan públicos sus compromisos y sus fuentes de financiamiento, que asuman responsabilidad por sus acciones, actúen éticamente y sean transparentes. Eso implica regular su actuar, tal como sucede con los partidos.

Verónica Undurraga Valdés

Académica Facultad de Derecho UAI

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