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Salud pública

Señor Director:

Un crítico del manejo de la pandemia dice que este gran desafío ha puesto de manifiesto el “fracaso del modelo”. Es recurrente escuchar maldiciones contra el modelo, pero nunca se dice con cuál pudiera reemplazarse, tal vez porque en lo esencial, con matices, solo se conocen dos modelos económicos sociales y políticos, uno fundado en la empresa privada y el mercado con regulación estatal y el otro con el control total por el estado de la economía, la política y la cultura. En el caso concreto de la Salud Pública chilena, la pandemia ha demostrado, precisamente, todo lo contrario. La Salud Pública chilena es la mejor de América Latina. Los resultados están a la vista de quien quiera verlos, pero, como se sabe, no hay peor siego que el que no quiere ver.

Desde luego, hay mucho que mejorar en cobertura, especialidades, equipamientos, construcción de centros periféricos, entre otras insuficiencias. Los trabajadores de la salud, comandados por médicos, enfermeros, quinesiólogos, técnicos diversos, bajo la conducción del Ministerio de la Salud, se han jugado con todo para enfrentar la gran tarea con una entrega admirable. No es exagerado decir que en ese elenco se ha puesto en escena un auténtico heroísmo civil.

¿Será necesario decir que en esta titánica labor se han cometido errores como en toda faena humana y, con mayor razón, cuando se trata de enfrentar una enfermedad desconocida para la medicina mundial?

Cuando esta “guerra” termine, no bastarán reconocimientos simbólicos para los trabajadores de la salud. Se han ganado, a riesgo de sus propias vidas, el derecho a un nuevo trato en la sociedad chilena. A ratos recuerdan a los bomberos enfrentando las llamas, pero esta vez sin descanso ya más de un año.

El nuevo trato debería establecer un régimen salarial bien diferenciado del resto de los trabajadores públicos, muchos de los cuales han puesto condiciones para ir a trabajar mientras ellos lo han hecho con fuerte compromiso. Nueva consideración salarial, seguros para su riesgoso trabajo, premios en cada región para quienes más se distinguieron en estos afanes, incluso, bien podría considerarse la construcción de bloques habitacionales próximos a los hospitales para aliviarlos en el mayor número posible de la tensión diaria de la movilización colectiva.

Escribo estas líneas cuando comienza la vacunación masiva y las exigencias por la irresponsable conducta de muchos compatriotas, se encuentra al borde de lo que puede sostener un sistema. Doble gran tarea, contener al enemigo en el límite y enfrentarlo con vacunas que se han comprado a tiempo y para cuyo costo el “maldito modelo” ha generado los recursos.

Alejandro Witker Historiador

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